El cambio: Herramienta de la derecha democrática conservadora
Tomás Chicharro Manero
Todo depende de la visión que se tenga sobre el cambio, es decir, de qué manera y cómo los acontecimientos hacen variar el curso natural del tiempo. Estamos acostumbrados a catalogar a la derecha como conservadores, como aquellos que intentan detener los cambios y mantener sus privilegios del presente. De la misma manera catalogamos a la izquierda como los que, pensando que el progreso, asociado al tiempo, hará un futuro con más igualdad, es decir, con la disminución de los privilegios de los poderosos de hoy y para ello deben actuar propiciando, actuando sobre el cambio en ese sentido, siendo factor de ese cambio.
Nos equivocamos.
La derecha, los conservadores, tienen un conocimiento y actitud ante el tiempo, ante los cambios, más activa e innovador que cualquiera otra capa o actor social. Parten de algunos conceptos básicos: la contingencia, la noción social del tiempo, el determinismo y la flecha del tiempo, entre otros. Y como no es suficiente el conocimiento y apropiación de esos conceptos para dominar la sociedad y torcer el futuro hacia sus intereses, ejercen su influencia decisiva en aquellas falacias o resorte indispensables para esos fines como son las instituciones políticas, religiosas, sociales, vehiculadas por los medios de comunicación y opinión y las represivas o normativas.
Esquematizando las actitudes ante el inevitable cambio o devenir se resumen en: pasiva, reactiva o preactiva y proactiva. Todas las actitudes parten de un conocimiento implícito, irreflexivo, inconsciente del tiempo, del cambio. Ser pasivo es admitir, considerar, que el presente es la dimensión de la vida, donde se dan y se resuelven los actos humanos. Es la visión propia de las clases humildes, de la clase obrera, de aquellas gentes cuya necesidad les obliga a resolver su presente. No pueden pensar en el futuro, planificarlo, actuar sobre él, conscientemente y sin urgencias.
La derecha parte de la experiencia histórica de que
el tiempo, el cambio endógeno especialmente, no ha destruido el poder económico
de las minorías privilegiadas, antes al contrario, las ha reforzado en la
medida de que la democracia, la igualdad formal dentro del sistema, ha
legitimado su poder, supliendo, ventajosamente, la legitimación anterior de la
aristocracia y religiosa. Esta es su visión más aceptada y especialmente desde
la óptica que domina mejor que nadie, del significado e importancia decisiva de
la contingencia. Es por eso que mima, observa y actúa sobre el devenir, sobre
el transcurso del tiempo. No hay parcela de la actividad humana que se escape a
su observación i en consecuencia constata, reflexiona, actúa y revisa. Muy
diferente es para la izquierda transformadora: parece que quiera hacer verdad
aquella famosa frase de Churchill “El éxito consiste en ir de fracaso en
fracaso sin perder el entusiasmo”.