Hipótesis sobre la conservación de la lengua catalana entre los trabajadores durante la dictadura franquista (1939/76)

Julia Froilan Oviedo  

 

En la postguerra, con su desaparición de la escuela, privada de los medios de comunicación, con el monopolio del castellano en las relaciones públicas, parecía que la lengua catalana sería asfixiada bajo el peso de la inmigración y de una administración importada.


            La lengua catalana pasó a ser, en la práctica, para la mayoría del pueblo catalán y especialmente para los trabajadores, una lengua de uso esencialmente oral. El obrero catalán hablaba en catalán y escribía (1) y leía (2) en castellano en su inmensa mayoría. Dentro del conjunto del pueblo catalán este hecho era particularmente cierto a medida que se descendía en la escala social, si bien, el empobrecimiento y segregación cultural a que la Dictadura sometía al pueblo daba una decisiva importancia al idioma oral en relación al idioma literario y en relación inversa al orden de jerarquía social. Era, pues, en términos relativos, el trabajador el menos afectado por la carencia del catalán escrito (3), aunque, en razón de esa misma carencia que a su nivel era más absoluta, fue el más directamente expuesto a la influencia del castellano en el sentido de que la práctica escrita de éste, por mínima que fuese, modificaba, perjudicaba su catalán hablado dada la característica indisoluble de la dualidad del oral y del escrito puesta en peligro por la intromisión e impostura del castellano en el delicado mecanismo de la lengua (4).

Más importancia tenía el bombardeo del castellano con su monopolio en la radio primero y más tarde en la televisión, con su atentado directo a la lengua oral aunque atenuado, pese a todo, por el carácter evolucionador y asimilador de toda lengua. Y mucho más grave para la lengua era la inmigración ya que en su integración estaba contenida, en gran medida, el retroceso irreversible o el arraigo decisivo de la lengua dada la tendencia económica y demográfica que mantenía la corriente humana hacia Catalunya y con su superior índice de natalidad.


Y bien, aunque la situación fue crítica para la lengua, el catalán continuó siendo la lengua de la mayoría de los habitantes de Catalunya. Eso quería decir que el catalán seguía tozudo en hablar su idioma y por poco que supiera y pudiese, escribirlo y leerlo y que la masa de inmigrantes, tarde o temprano, dependiendo de diversos factores, entraba en la esfera de comprensión y uso de la lengua catalana, especialmente al nivel de la relación social, a falta, en la primera generación, del uso en la familia.


Vamos a plantear el problema, para una mayor comprensión, bajo dos aspectos: la adquisición de la lengua catalana por los inmigrantes y la supervivencia de ésta entre los obreros catalanes.            

 

La adquisición de la lengua catalana por immigrantes.

 

El proceso de integración del inmigrante en la sociedad catalana se acelera extraordinariamente cuando entra en la esfera de la lengua y podemos añadir que entonces están reunidas las condiciones en que, dadas las circunstancias históricas y políticas de Cataluña, esta integración conduce a la identificación nacional.


Entendemos por “esfera de la lengua” el espacio lingüístico que, según las circunstancias sociales y políticas, actúa como factor en la definición de nación y a nivel individual conduce a la identificación nacional. Sus límites son determinados por estas circunstancias y pueden abarcar desde la simple comprensión de la lengua hasta su uso literario (5).


La integración de la inmensa mayoría de los inmigrantes no era más que su proletarización (6). Esta proletarización, como fenómeno colectivo, se realizaba dentro del proletariado catalán. La proletarización en su proceso evolutivo, a partir del simple cambio de las relaciones de producción hasta la concienciación de su nuevo estado, conducía a la incorporación e identificación con el proletariado catalán. En estas condiciones la asimilación de la lengua catalana no era más que una de las características de esta incorporación e identificación. La lengua facilitaba al inmigrante la integración y es, bajo el punto de vista de las relaciones al interior de la clase obrera que se comprende la “promoción humana” (7) como una de las causas. Visto de otro manera, en la proletarización de los inmigrantes, al producirse dentro de un proletariado definido, el catalán, las motivaciones que le impulsaban al aprendizaje de la lengua, eran una consecuencia de su integración económica y social (8) y la adquisición y el uso de la misma era la sanción de su identificación de clase (9) y nacional (10).


Es, pues, al nivel del proletariado, durante esta época, en donde, esencialmente, toman cuerpo las tendencias de evolución de la lengua determinadas por la presión de la inmigración. Del mantenimiento de la lengua dentro del proletariado catalán, de su poder de asimilación de los inmigrantes, de sus vínculos de solidaridad, de su organización y cohesión, dependía, entre otras cosas, y en gran parte, la conservación de la lengua (11). De los trabajadores dependía, no sólo la conjuración del peligro que para la lengua constituía la corriente inmigratoria sino, además, la posibilidad de que este peligro se transformase, en lo contrario, en la mejor oportunidad de arraigo y expansión que la lengua catalana haya podido tener durante el siglo XX. Sin embargo, es evidente que esta tarea no era exclusiva de la clase obrera, por más que las circunstancias le pusieran en esta situación. Era una tarea nacional a la que todas las clases tenían comprometida su responsabilidad. Sólo un organismo nacional puede determinar y conducir una política eficaz en esta materia.


        Entre el inmigrante en vías de integración y el obrero catalán la superposición de las dos lenguas no jugaba un papel discriminatorio ni oponía barreras a la evolución lingüística del inmigrante debido, esencialmente, al bilingüismo del obrero catalán (12). En su integración, el inmigrante entraba en la esfera de la lengua catalana (13) por el hecho de que, al nivel obrero, esta era una lengua esencialmente de uso oral, circunstancia que le permitía salvar el obstáculo de su nivel cultural y su desconocimiento de la lengua escrita. O sea, sólo con la asimilación del uso oral la integración, a nivel obrero, era suficiente, reforzado por el hecho antes indicado de que la lengua escrita era para los dos el castellano (y en este nivel obrero es de mucho menos importancia).

        Recapitulando: en las circunstancias de la dictadura, es dentro del proletariado donde se situaba la integración y el inmigrante podía encontrar el acceso a la lengua según sus posibilidades por el hecho determinante de que con solamente su dominio del uso oral ya lo situaba dentro de los límites lingüísticos, en los que podía identificarse con el obrero catalán y a través de él con la sociedad catalana.

 

La masa de inmigrantes en vías de integración y de asimilación, sirve de puente a los nuevos inmigrantes que llegan. En las aglomeraciones en las que la inmensa mayoría de habitantes son de origen de habla no catalana, como ciertos barrios de Barcelona, Terrassa o Sabadell, el contacto de los nuevos venidos con la lengua catalana (fuera del puesto de trabajo o de otras circunstancias) se hace a través de los antiguos. Éstos, aunque no lo utilicen en familia, marcan de esta manera, o sea, en la exteriorización del conocimiento aunque oral del catalán, una cierta diferencia o si se quiere, la explicitación de un progreso de su situación actual con respecto a la que era a su llegada a Cataluña. Al interior de la masa de inmigrantes en movimiento hacia la asimilación lingüística, se produce una corriente interna de transmisión e incentivo, por el hecho de la práctica del catalán, que va desde los más antiguos hacia los nuevos, del interés hacia el catalán y de los nuevos hacia los antiguos transmitiendo el reconocimiento por la integración en camino de realizarse y por lo tanto de una situación nueva en todos los órdenes. Es en estas condiciones y en este tipo de población que el bilingüismo es de tipo positivo para la lengua catalana ya que se hace en detrimento del uso del castellano al mismo tiempo que facilita la coherencia del conjunto de la población. Este fenómeno no se daría por sí solo, por el solo hecho de la existencia de dos lenguas en contacto. Es evidente que son los factores socio - económicos y políticos los que propician esta situación. Podríamos deducir que en estas condiciones el castellano es una lengua de transición, pero no avancemos conclusiones; trataremos este aspecto más adelante.


 

Podría pensarse que este mecanismo lingüístico a nivel del proletariado que permite a los inmigrantes utilizar su castellano como transición debido al bilingüismo del catalán y que el aprendizaje oral del catalán ya le permite integrarse debido al uso esencialmente oral que el obrero catalán hace de su lengua, se ha repetido desde siempre a excepción del periodo de la II República, o al menos, desde que la integración del inmigrante significa su proletarización. De hecho, la originalidad del franquismo consiste en que mantuvo artificialmente una situación lingüística que antes nacía, esencialmente, de unas condiciones sociales y económicas que mantenían al obrero fuera de la corriente cultural y de difusión, o sea, del idioma escrito y literario y de los medios de comunicación y opinión. Pero ya durante el franquismo y ligado al crecimiento de la resistencia al franquismo de la clase obrera eso ya no era posible y la presión de la lengua oral condujo a la necesidad urgente de recuperar el dominio literario y “oficial” y que esta necesidad era fuertemente resentida por el conjunto de la sociedad catalana y especialmente por la clase obrera.

El franquismo no sólo mantuvo unas condiciones lingüísticas fuera de época que facilitaron la integración del inmigrante sino que obligó a la clase obrera a recuperar el equilibrio de la lengua ya que era, precisamente, en su seno que se producía una fuerte tensión.

 

Algunas consecuencias de esta tensión podemos deducirlas de los hechos siguientes: el bilingüismo creciente en la clase obrera, la castellanización de la sintaxis, el intercambio de palabras de un idioma al otro, una cierta confusión ideológica entorno de las clases y la lengua, la burocratización del castellano, la utilización de las lenguas como criterio de estratificación social y la posibilidad de discriminación. Esta lista es incompleta y aproximada en sus enunciados. Un estudio sobre este tema abriría nuevas perspectivas.


    

Una de las conclusiones que podemos deducir es que siendo la situación altamente coyuntural y por ello inestable, solamente podía mantenerse la tendencia favorable al catalán a nivel obrero a condición de que el obrero catalán mantuviese el idioma, o sea, que continuase siendo para él una necesidad su uso, esperando que la situación política cambiase permitiendo recuperar la escuela y los medios de comunicación y con ello la unidad de la lengua. Pues bien, esta “necesidad de uso” vamos en intentar definirla a continuación con la supervivencia de la lengua entre los obreros catalanes.


 

La conservación de la lengua catalana entre los obreros catalanes.

 

El catalán es la lengua habitual de la mayoría de los obreros catalanes, ahora y durante el franquismo. Éste es un hecho bien establecido. Pero la opresión política y sindical del régimen hacia la clase obrera venía doblada en Cataluña con la imposición de una lengua determinada: el castellano.


 

Aunque esta imposición del castellano sea para todo el pueblo catalán, adopta formas diferentes según las capas de la población, o mejor dicho, las formas y sus consecuencias son diferentes aunque, en general, su aplicación formal sea aparentemente uniforme. Es evidente, para poner un ejemplo, que la supresión del catalán en la Universidad tuvo unas consecuencias inmediatas diferentes para el obrero que para la burguesía. Fuera muy interesante estudiar en detalle éstas diferencias.


 

Esta imposición produjo una situación de conflicto entre las dos lenguas. Los sectores en donde se manifestó este conflicto fueron variados. La lengua catalana ofreció una resistencia de intensidad también variable según los sectores.


Las motivaciones políticas y sociales en el seno del proletariado fueron un factor importante de esta resistencia. La determinación de los sectores en donde la superposición de las dos lenguas fue conflictiva en relación a la presencia del proletariado, sería, al límite, una de las claves que nos permitirían el análisis de las causas de la supervivencia y mantenimiento de la lengua catalana entre los obreros pese a la corriente inmigratoria. Pero antes se impone ciertas reflexiones con carácter de hipótesis de principio para elaborar los conceptos y definiciones indispensables.


 

Creo importante destacar que el signo de la imposición del castellano por el estado franquista era totalmente diferente de la imposición por el hecho que representaba la corriente inmigratoria. Mientras que el estado franquista con su estructura, instituciones y finalidades se colocaba en enemigo del proletariado como clase, la corriente inmigratoria lo venía a reforzar por el hecho de la integración. Si bien la opresión lingüística, a riesgo de simplificar el problema, podía equipararse en los dos casos, sus causas y efectos eran radicalmente opuestos.


 

Veamos estas hipótesis:


No es que hubiera una correlación, administración-opresión, administración-castellano, castellano-opresión que explicase la actitud de los obreros al mantener el catalán pese a todas las presiones. Eso sería olvidar la realidad de los antagonismos de clase así como haría inexplicable la integración de los inmigrantes. La realidad es más compleja.


 

Naturalmente, para aprehender la totalidad de la realidad tendríamos que profundizar en el análisis del uso del catalán que experimenta el obrero catalán. Para ello, tomando la suficiente distancia tendríamos que examinar los antecedentes históricos. Como he dicho anteriormente, poner de relieve la importancia capital que tuvo la formación de la clase obrera dentro de la comunidad catalana al comienzo de la industrialización proveniente de las ciudades y del mundo rural catalán y antes de la llegada de los inmigrantes que después se incorporaron y convirtieron en obreros catalanes. La lengua catalana es, pues, consustancial a la clase obrera en Cataluña. Aunque esta afirmación parece inútil por evidente desde la perspectiva histórica, es necesario emplearla como un hecho de principio cuando se pretende analizar la situación durante el franquismo con la existencia de una considerable masa de castellano-hablantes entre la clase obrera, con una administración de habla castellana, etc.


 

Se tiene que distinguir entre la lengua “oficial” (tal y como era definido el uso del castellano por el franquismo) y las lenguas “naturales”, o sea, las que son utilizadas por un masa más o menos importante de personas como es el caso para las dos lenguas en Cataluña. Es en “la oficialización” de una de las lenguas “naturales”, el castellano, que una administración determinada (la franquista) quería insertar y legitimar su presencia en la nación catalana (14).


 

La argumentación que utilizó el franquismo para justificarse fue muy variada. Desde la afirmación de la superioridad del castellano como lengua de cultura, pasando por los motivos “utilitarios”, hasta la defensa de los inmigrantes, todo le sirvió para intentar esconder su voluntad de hegemonía, la utilización de una lengua como instrumento de poder, su impotencia finalmente. La voluntad de la imposición del castellano a los catalanes no es el régimen franquista quién la inicia (en todo caso le tendríamos que atribuir el más alto grado de insistencia y violencia) sino que podemos remontarnos a Felipe V, por lo menos. Sería muy interesante un estudio sobre las causas de esta actitud persistente y hacer resaltar el doble papel – a cual más triste – que la lengua castellana ha tenido que sufrir en Cataluña a través de estos tres siglos: instrumento de poder y coacción, objetivación del repudio o de la diferencia social.


 

Pero, esencialmente, en Catalunya el castellano era una lengua “natural” tomada “estáticamente”. “Dinámicamente”, el castellano era una lengua de transición, o sea, utilizada en el mecanismo de la integración (15) y que conducía a otra lengua “natural”, el catalán, que era estática y dinámicamente propia de una sociedad que integraba al inmigrante.


El castellano tomaba, pues, un doble aspecto en Cataluña: lengua “oficial” y lengua “natural”. La “natural” utilizada por la inmigración y como lengua común de transición. En este aspecto en inferioridad frente al catalán por el hecho de la integración y la “oficial” “fijada” por la administración e identificada con ella. Este aspecto “oficial” del castellano era importante porque al identificarse con la administración, aceleraba la integración lingüística del inmigrante al catalán.


 

 Al decir “fijada” me refiero a la actitud del Estado cuando consideraba que no se producía asimilación lingüística o que de esta forma pudiese evitarlo. Su actitud puede basarse en las hipótesis justificativas siguientes: a) el castellano es el idioma de relación entre las dos comunidades lingüísticas; b) la evolución y el progreso favorecen el idioma que goza de la oficialidad, o visto de otra forma, perjudican al idioma comdenado al uso esencialmente oral; c) los inmigrantes encuentran en el idioma “oficial” (que es el suyo natural), una defensa contra la asimilación lingüística; d) negación del hecho nacional catalán reduciéndolo a un regionalismo (cuando más). Estas hipótesis son muy dudosas y algunas manifiestamente falsas, veamos, para la a) aquí tenemos la problemática social del bilingüismo; tendremos que distinguir varias comunidades bajo el punto de vista de relación lingüista y no solamente dos; hay la catalana “indígena” o de base y al interior de la comunidad de origen castellano hay varios grados de asimilación que bajo el punto de vista de comportamiento lingüístico da lugar a varias comunidades: en las más antiguas el idioma de relación es el catalán con los catalanes, mientras que con las nuevas es el castellano; al interior de esta masa se usa también el castellano con la administración – qué remedio – e intenta enseñar el catalán a los inmigrantes aunque por ello tenga que hablar castellano; por lo tanto es falso afirmar que el castellano sea el idioma de relación por excelencia; en realidad, en época normal, sería totalmente el catalán excepto entre ciertas capas de la masa de inmigrantes. Para la b) en las circunstancias de la dictadura podemos considerar esta hipótesis con fundamento; es evidente que el régimen practicaba una política de asfixia del catalán; aunque se puede objetar que oficialidad no es sinónimo de progreso y evolución; sin embargo queda por probar totalmente esta hipótesis. Para la c), vistas las causas que obligaban al inmigrante a abandonar su tierra, no puede afirmarse que la administración al defender el castellano en detrimento del catalán contribuía, a ojos del inmigrante, al prestigio del castellano; desde otro punto de vista, habría que ver si, precisamente el hecho de que el castellano tenía este carácter oficial, no era, a ojos del inmigrante, un obstáculo a su integración, máximo, cuando éste, debido a un mecanismo bien conocido, quería adoptar las formas y usos de la sociedad que lo acogía; de hecho, en este caso, el castellano era visto – y tratado – como una dificultad y no como una defensa ya que la asimilación lingüística es inseparable de la integración. Para la d) en apariencia simple de exposición y respuesta, este argumento esconde ciertos aspectos importantes; partiendo de una crítica a la tendencia de considerar la lengua como el factor esencial de la característica nacional, este argumento pretende llegar a la reflexión siguiente: no porque el catalán fuese privado de la oficialidad o al límite tendiera a ser marginal (lengua B), se tenía que considerar la nacionalidad catalana en peligro; Cataluña es Cataluña aún con la lengua castellana dentro de la comunidad hispánica; para encontrar una respuesta adecuada para este argumento especialmente retorcido, habría que subrayar la importancia capital que ha tenido – y tiene – la lengua catalana – y no otra – en la defensa de la nacionalidad catalana enfrentada a la agresión del estado español.


 

En estas condiciones la conservación del catalán en el nivel obrero tenía una gran significación de repudio de la administración. El obrero catalán “afirmándose” en su idioma encontró, a nivel individual, una forma, casi libre de riesgos, o sea, fuera de la acción de la represión, de “sentirse” luchando contra la administración. En este mismo sentido, ayudando a la asimilación lingüística del inmigrante experimentaba esta lucha; tenemos en eso una de las causas del uso del castellano como relación con el inmigrante reciente. Este uso de puente y transición del castellano era una respuesta a la presión de la administración para imponer el castellano “oficial” (16), como intento de extenderlo como lengua “natural” y transformarlo en “dinámico”.


 El franquismo entorpecía, en cierta manera, el inevitable fenómeno de permeabilidad lingüística de la comunidad catalana a los castellanismos, haciendo del uso del catalán una necesidad y un acto de resistencia que si bien para algunos tenía por causa la “invasión” inmigratoria y por objeto la segregación de la misma, para la mayoría del pueblo catalán y entre él la clase obrera tenía por causa el sistema político y por objeto el restablecimiento del equilibrio dentro de una democracia avanzada y progresista.


La actitud de la clase obrera tenía doble importancia teniendo en cuenta que la inexistencia de la enseñanza obligatoria y oficial del catalán dificultaba enormemente la asimilación lingüística y por lo tanto la integración cumplida. La clase obrera encontraba en la supervivencia de la lengua catalana un arma eficaz contra la dictadura y también un arma de clase en la medida en que con su extensión entre los inmigrantes fortalecía su unidad.   

 

 

 

Notas sobre el texto.

 

(1). Sin entrar en discusión sobre la ortografía, decimos que no escribía en catalán sino que escribía en castellano en el sentido de que prefería escribir correctamente el castellano a escribir con faltas su lengua materna.

 

(2). Si leía en catalán tenía que hacer un esfuerzo consciente debido a que el contexto escrito que le rodeaba (notas oficiales, la prensa, la publicidad, en la empresa, etc.) condicionaba el signo lingüístico catalán en el sentido de que el “significando”, influido por este contexto de palabra escrita que le era extraño, empujaba al individuo a la “palabra” castellana en el acto de la lectura. Vemos también con ello un dibujo del mecanismo de la influencia del castellano escrito sobre el catalán oral, o sea, cuando la influencia de la palabra escrita (castellano escrito) sobre su representado a través de otra lengua que es la imagen hablada (el significando, catalán hablado), cambia esta última más o menos profundamente por el auténtico representado (castellano hablado).

 

(3). Carencia en la medida, tanto de la demanda (en relación a la libertad de expresión) como de los medios (en relación a las instituciones políticas existentes) por satisfacerla.

 

(4). Ver la nota 2. De todas formas, aunque la lengua y la escritura son dos sistemas de signos diferentes la única razón de ser del segundo es el de representar al primero. Bajo el punto de vista del juego de influencia entre idiomas, el idioma A utilizado oralmente es de mayor influencia que el idioma B empleado escrito.

 

(5). En el caso de la simple comprensión se entiende que se trate del caso en que el inmigrante no haya podido aprender a hablar la lengua (por edad avanzada o por otras razones) pero que impulse a que sus hijos la hablen.

 

(6). Entendemos por proletarización del inmigrante en Catalunya al paso del sector primario (campesinado) al sector secundario o terciario. En el caso de obreros provenientes del secundario o terciario (la minoría), significa la búsqueda de ocupación fija o estable y huida del paro y trabajo temporal. En general, las nuevas condiciones de concentración industrial, de racionalización y explotación del trabajo, de relaciones humanas, de organización y lucha sindical, de vida colectiva, con toda la carga de cultura y lengua de la sociedad que acoge al inmigrante, así como las enajenaciones y frustraciones de la misma, marcan el cambio cualitativo de estado social. El cambio de primario a secundario o terciario provoca una inadaptación de la estructura psicológica del inmigrante. Desde esta óptica se sitúa la “promoción humana” que en su motivación básica no es más que el esfuerzo de adaptación al trabajo en el sector secundario o terciario (paso de campesino a obrero).

 

(7). Ver Badia i Margarit. De todas formas tendría que expresar ciertas reservas sobre la “lengua de promoción humana” (el catalán). El problema tendríamos que enfocarlo desde perspectiva de las clases sociales, o sea, que la “promoción humana” se tenía que situar, para los inmigrantes, en su proletarización, o sea, que la asimilación (no la imitación) del catalán como promoción humana se situaba al interior de las relaciones de clase, al interior del proletariado, en la proletarización del inmigrante y en su incorporación al proletariado catalán ya que, en definitiva, para el inmigrante la identificación nacional significaba identificación de clase. Es inútil precisar que “el explotador”, o sea, el “burgués”, era también catalán; mal podría el inmigrante hacerse una idea de la nación por encima de las clases. Además, admitiendo que la “promoción humana” sin frontera de clase era lo determinante tendríamos que admitir que existía una capa “privilegiada” (burguesía e intelectuales) “depositaria” del patrimonio de la lengua y de ahí, admitir el concepto de nación que se ha creado la burguesía. Aunque no tenemos que subestimar la atracción que la burguesía ejercía sobre la distinción entre asimilación y uso de la lengua por un lado y su imitación de ascendencia social por otra.

 

(8). Es casi inútil repetir que era más la necesidad social y económica de integrarse a la sociedad catalana a través del proletariado lo que impulsaba al inmigrante a la asimilación de la lengua en tanto que esta era un factor definitorio de aquélla, que su curiosidad o necesidad intelectual. Aunque es posible que, a nivel individual, una especial toma de conciencia política motive el acceso a la lengua, como también tal vez el rechazo a esta asimilación en nombre de una determinada concepción política.

 

(9). Hablamos de identificación de clase en el sentido de la unidad de la misma ya que es evidente que como en el pasado la lengua puede ser un motivo de división. En esta adquisición tenemos que ver, pues, una de las tendencias unitarias, reflejo de la solidaridad de clase.

 

(10). El fenómeno de identificación nacional debe observarse, no solamente como limitado a un hombre o a una vida, sino a un proceso de transformación social de una corriente humana en el tiempo y en el espacio.

 

(11). No es inútil recordar que estudiar el problema de la conservación de la lengua y de las medidas que haya que tomar no es el fin de estas líneas.

 

(12). El bilingüismo forzado del catalán no era ninguna ventaja bajo el punto de vista lingüístico ni simplemente antropológico.

 

(13). Ver nota 8.

 

(14). No es que la administración “representase” al castellano frente al catalán. De hecho la administración de la dictadura, a nivel del proletariado oprimía a las dos comunidades.

 

(15). Como hemos dicho anteriormente, como lengua de relación entre el catalán y el inmigrante mientras éste no ha entrado en la esfera de la lengua.

 

(16). Como hemos dicho anteriormente, la administración pretendía, de esta manera, legitimarse. La administración franquista por su raíz fascista se situaba fuera de toda representatividad nacional, fuese esta castellana, vasca o gallega. Era una monstruosidad política completamente vacía de contenido nacional.