MISCELÁNEA SOBRE LA INDEPENDENCIA DE CATALUNYA
Noviembre 2012 Nº 1
Miscelánea del independentismo catalán.
Del independentismo catalán, como fenómeno complejo y en constante evolución, al ritmo de las circunstancias, pero con vida propia, intentaremos dar distintos enfoques a distintos aspectos en distintos momentos.
Esta miscelánea, semana tras semana, irá engrosando sus contenidos en orden disperso y no pocas veces contradictorio. De vez en cuando intentaremos establecer un esquema coherente de lo publicado, proponiendo las relaciones entre los temas tratados, según vayan desarrollándose los acontecimientos.
Algunos artículos han sido escritos mucho antes de la fecha del 11 de septiembre del 2012 que para muchos marca el inicio de una nueva etapa del independentismo y superada la etapa anterior caracterizada por el autonomismo. En efecto, la masiva manifestación de esa fecha con el lema “Catalunya, nuevo estado europeo” y la posición del President de la Generalitat, Artur Mas, con su propuesta de ir a un referéndum, han marcado, claramente, la nueva etapa. Señalo la fecha de la elaboración de los artículos dado el carácter volátil del curso de los acontecimientos, por la “premonición” de alguno de ellos y por la opinión de otros desmentida por los acontecimientos posteriores.
Tomàs Chicharro
Conjunción de situaciones propiciando momentos favorables para la independencia.
Condiciones para facilitar la independencia.
Transversalidad social de la reivindicación independentista. La clase obrera.
No es suficiente el acuerdo político para obtener la independencia.
Sobre las posibilidades reales del proyecto independentista.
Después de la manifestación del 11 de septiembre 2012.
Posibilidades de respuesta del Estado español.
El carácter transversal del independentismo.
El empresariado catalán y sus condicionantes.
Medición del avance o progreso.
Visión dinámica del pensamiento independentista.
Si el cambio social influye en la independencia.
Hipótesis e indicadores sobre la existencia e importancia del movimiento independentista.
Análisis estratégico.
Infraestructuras.
Coyuntura actual.
Observación sobre la cuestión económica.
La música.
Reflexión sobre el arte musical.
Conjunción de situaciones propiciando momentos favorables para la independencia.
I.- Debilidad del Estado Español. (30/6/11)
Este es un factor esencial. La situación de debilidad más determinante es la de cambio de sistema político español. Desde el siglo XIX ha habido varios que pudieron ser decisivos para la independencia de Catalunya. No se puede considerar la guerra del francés así como las guerras carlistas como favorables pues, entre otras razones, no había movimientos articulados ni coherentes partidarios de la independencia. Pero con la proclamación de la I República y la crisis posterior hubo una ocasión inmejorable. En poco tiempo hubo dos cambios de sistema político español y debilidad del aparato coercitivo español. Después la pérdida de Cuba y Filipinas en la desastrosa guerra contra los EEUU, aunque aquí no hubo cambio político. Después hay que esperar hasta la II República donde hubo también una gran ocasión. Finalmente la caída de la Dictadura y el restablecimiento de la monarquía con la creación de las Comunidades Autónomas. En ninguna de esas ocasiones el hecho de votar, es decir, el ejercicio del sufragio universal en forma de referéndum para la Constitución o el Estatut, fue decisivo para avanzar hacia la independencia. De ahí la constatación de la experiencia histórica de que sin medios de presión, movilización ampliamente mayoritaria, en suma, de fuerza, no se consigue la independencia y que sigue siendo en nuestra época un asunto de relación de fuerzas en último y decisivo término, eso sí, coronando un proceso de movilización política, aunque éste puede ser y hay precedentes, extremadamente rápido e inesperado.
II.- Intereses foráneos que impulsen o alienten la independencia de Catalunya. (11/9/11)
Los más comunes son los de potencias extranjeras que en un contexto de crisis internacional, de carácter vario, político, militar o económico, les interese la fragmentación o debilitamiento del Estado Español o para atraerse hacia su órbita una región o porción de territorio que considere importante. En el primer supuesto hay algunos ejemplos recientes, es decir, en unas circunstancias y condiciones históricas todavía vigentes. La balcanización de Yugoeslavia, en beneficio especialmente de Alemania y en concreto por la forma incruenta la independencia de Eslovenia. Anteriormente, pero ya en otro contexto irrepetible, la disgregación de Checoeslovaquia y la de los países bálticos de la extinta URSS.
De hecho, las dos potencias, España y Francia, en sus largas pugnas se han repartido Catalunya, más que propiciar su independencia. De todas formas, desde la formación del Estado-nación y la conformación política del nacionalismo catalán hacia finales del siglo XIX, no ha habido ninguna crisis entre España y Francia u otra potencia (Alemania durante la ocupación de Francia durante la II GM) que propiciara la separación de Catalunya. (Hay la excepción de Mallorca durante la guerra civil ocupada por Mussolini).
La probabilidad de crisis español-francesa sería un elemento de escenario remoto pero a pesar de ello intentemos profundizar un poco más. El aspecto militar queda prácticamente descartado en el seno de la UE y de la OTAN. En el aspecto político o institucional hay dos precedentes: el ejemplo del caso de Euskadi con la colaboración de los dos estados para estrangular el movimiento independentista y el caso de las reivindicaciones occitanas en los años 70 y 80 que coincidieron con la crisis de Córcega en el lado francés. El interés del Estado francés en ese período para aislar el Rosellón de la influencia económica catalana y que sigue latente pero mucho menor actualmente. En el aspecto económico que arranca en el caso anterior, es decir, la diferencia en el desarrollo económico entre la Catalunya del Norte y la del resto podría abocar hacia un proceso económicamente disgregador con el auge de la Euroregión y el corredor mediterráneo pues hay que considerar que Catalunya podría encontrar en esa área un protagonismo y desarrollo sustantivo y propio.
Dos condiciones históricamente idóneas para la oportunidad independentista (27/10/11).
Cambio de régimen en momentos de crisis del Estado español o situación de conflicto entre España y Francia que coloque al Estado español en debilidad.
A causa de lo anterior, formación de una nueva estructura popular catalana en forma de asamblea, junta provisional, etc., pues la institución “oficial” catalana también entra en crisis junto con la estatal e incapaz de “separarse” de la estatal.
Ejemplos: 1640, 1710/14, Guerra Gran en 1794, 1ª República, 2ª República, 1978.
Sobre la independencia de Catalunya. Condiciones para facilitar ésta. 25/1/12
La experiencia histórica nos indica que en la mayoría de los casos solamente es posible la independencia cuando el estado dominador está en dificultades o bien internas por cambio de sistema o por lucha de sucesiones, dinastías o bien porque está en conflicto con otra potencia. Ferrán Soldevila afirma que solamente es posible la independencia si el estado dominador tiene enemigos y cita precedentes históricos como el de los Países Bajos y Portugal en su lucha para emanciparse del imperio español que contó con la ayuda de Francia e Inglaterra, enemigos beligerantes de España. Trasladado a la actualidad ¿podríamos considerar que un conflicto entre países, forzosamente se dirime en el terreno violento, con los ejércitos? Seguramente en aquella época también los conflictos tenían otros aspectos, aspectos religiosos, aspectos económicos, pero cuando se afirma que es posible conseguir la independencia por caminos democráticos, pacíficos, no excluimos que haya ese tipo de conflictos que favorezcan la independencia. Por ejemplo el tema de los Derechos humanos, o las dificultades económicas dentro de las áreas monetarias. Aquí también intervienen el tema de si eso se hace patente a la opinión pública, si ésta puede forzar al país a admitir la independencia de una de sus partes. Ahí interviene también la percepción que tienen las masas de esos problemas que viene mediatizado por los medios de comunicación. Hay un grave problema porque realmente los medios de comunicación, incluyendo la cada vez más influyente Internet, están en manos, no solamente de los que pagan y mantienen esos medios sino en manos de los que tecnológicamente lo hacen posible. En el caso de Catalunya los medios de comunicación públicos, en lo concerniente a política exterior, los que parece que tienen más influencia están muy influidos por las agencias inglesas, francesas y norteamericanas y éstas, a su vez, están al servicio de la política exterior de USA. Tenemos el ejemplo reciente de Libia y Afganistán con las noticias que dan nuestros medios están suministradas y dictadas, incluso en forma de paquete informativo por esas agencias. Por lo tanto ¿podemos afirmar que haya un conflicto real, no mediatizado, no manipulado, que favoreciera las condiciones para conseguir la independencia? Seguramente esta posibilidad ya la han tenido en cuenta los servicios de inteligencia tanto españoles como de los países de la OTAN.
Sobre la transversalidad social de la reivindicación independentista (14/10/11)
La clase obrera.
Uno de los aspectos más importantes y decisivos es los motivos o razones por los cuales las clases trabajadoras o populares se suman al proyecto de independencia nacional. Esta cuestión parte de una consideración realista de la composición social de la nación catalana, es decir, al igual que nación europea, un conglomerado de clases sociales con intereses, no solamente de naturaleza económica sino también social y política distintos.
En Catalunya la reivindicación nacional moderna nacida a finales del siglo XIX como una reivindicación y necesidad de la burguesía tuvo a través de las vicisitudes históricas una participación desigual de las otras clases sociales. Para conocer como la clase obrera asume o en qué condiciones participa en el proyecto independentista debemos utilizar distintas perspectivas de análisis. Podemos intentar verlo a través del asociacionismo de la clase obrera incluida las posiciones sindicales por ser dentro del espectro las más explícitamente opuestas a las formulaciones de la burguesía. También podemos verlo a través de las manifestaciones culturales propias, en fin, de un complejo de factores definitorios o reveladores de la actitud de la clase obrera hacia la independencia. Haciendo una exposición esquemática tenemos, en la época anterior a la guerra civil el anarcosindicalismo, que como ideología proyectaba, dinámicamente, los intereses o reivindicaciones de la clase obrera y cuyo ideario no coincidía con el independentismo de la clase burguesa hasta la aparición del marxismo en los partidos obreros que con teóricos catalanes como Andreu Nin que incorporan a las reivindicaciones políticas de la clase obrera la idea de la emancipación nacional que para Catalunya significa la independencia. Así se pudo llegar a la República con una unidad relativa de Catalunya hacia la independencia. Por parte de la clase obrera hubo un gran apoyo hacia el proyecto político de la recién formada ERC que abocó a la autonomía republicana. En cambio entre la burguesía había una división entre uno de los movimientos políticos que más propiciaron la reivindicación nacional en sus inicios como la Lliga y que, en esos momentos, no estaba en la misma determinación política de independencia como lo estaba la media y pequeña burguesía.
Pasada la guerra civil entramos en el franquismo en el que las diferencias a las que contribuyó poderosamente la guerra fría y la complicidad económica de la burguesía con la dictadura marcaron de nuevo diferencias en la unidad del pueblo de Catalunya hacia la independencia. En el tardo franquismo se rehicieron las circunstancias propicias, especialmente debido al predominio de un partido obrero como el PSUC y la formación del partido PSC más tarde y la aparición de sindicatos como CCOO durante la dictadura que marcaron la orientación de la clase obrera catalana en los esfuerzos hacia la independencia con un marcado signo social. Con el primer estatuto una parte de los partidos marxistas marcaron un límite a alcanzar. En cuanto a la burguesía, una parte de ella recuperó, de nuevo el pulso independentista a través del sucedáneo del soberanismo. Durante un dilatado periodo de la actual democracia en que la clase obrera se aleja, de alguna manera de los postulados independistas y especialmente con el PSOE en el poder y el PSC en Catalunya que se acomodan en el estado autonómico. A su vez la burguesía se aglutina en un partido moderado que mantiene latente el empuje independentista y otro partido, ERC, que mantiene con fuerza las posturas independentistas. Con la victoria del tripartito parece que se renueva el compromiso de las clases populares hacia el camino del independentismo pero esto se trunca con la división y subordinación del PSC hacia el PSOE que se alinea claramente con el centralismo español.
Todo esto cambia en la actualidad con la crisis económica que pone en sordina todo el esfuerzo y complicidad de la clase obrera con el independentismo pero de ahí surge un nuevo motivo puede encontrar nuevos motivos para sumarse al proyecto independentista que es la búsqueda de marcos políticos e institucionales que combatan y resuelvan la crisis y mantengan el estado de bienestar. Estos son los aspectos más sobresalientes.
No es suficiente el acuerdo político para obtener la independencia (14/10/11)
La hoja de ruta.
Hasta ahora solamente hemos tratado sobre la motivación o la argumentación por la cual el pueblo en general se adhiere a la tesis independentistas, es decir, se admite, a que Catalunya sea independiente pero otra cosa es que haya un proyecto común, concreto, hoy diríamos, hoja de ruta, para llegar a esa independencia y con el cual estén de acuerdo todas las principales capas sociales. Ahí radica, justamente, la problemática del independentismo. Esto es harto conocido por España o más concretamente por las instituciones encargadas de velar por la unidad de España tanto política como represiva y actúan en consecuencia. Naturalmente, dentro de un régimen democrático las opiniones son libres de expresar aunque en algunos casos se intenten limitar. Por lo tanto, es obvio, que intenten cerrar, obstaculizar los caminos que pueden conducir a una unidad de criterio de las distintas fuerzas sociales catalanas para avanzar hacia la independencia. Es en la discusión de esa hoja de ruta, de las distintas etapas o las distintas potencialidades o fuerzas que deben concurrir para ello que podemos encontrar los mayores obstáculos, trampas, represiones, que el estado español coloca, ha colocado y colocará.
Vamos a intentar examinar las principales etapas o vías posibles de esta hoja de ruta o plan estratégico, el táctico viene después, necesarios para llegar al consenso entre las capas sociales y sobre las cuales el estado español sabe que debe imposibilitar con más fuerza a sabiendas de que en el caso de un consenso social o motivación ampliamente mayoritaria en la sociedad catalana no es suficiente con los obstáculos de la Constitución española y que dada esa situación, de una forma u otra, tendría que intervenir represivamente lo cual quiere evitar a toda costa utilizando todos los obstáculos que tiene y son muchos a su alcance. De vez en cuando actúa amenazadoramente más o menos explícitamente para recordar que tiene los medios y voluntad para emplearlos y sería un error olvidar que en último término utilizaría la fuerza sin miramientos. Llegada esa situación casi es seguro que tendría el asentimiento de la mayoría parte de la opinión española en las circunstancias actuales y no solo de la derecha española o sectores afines al ejército como quieren creer los independentistas.
Sobre las posibilidades reales del proyecto independentista. 11/9/12
Veamos algunos argumentos críticos sobre las intenciones de la derecha independentista y sobre la imposibilidad de conseguir la independencia:
“La burguesía catalana, separatista o no, autonomista o no, en fin, esa burguesía emprendedora a no dudar, creadora de esa ficción del independentismo de la Lliga y a la actual, que quiere ir más lejos de esa autonomía que le ha ido tan bien gobernando a su antojo durante más de veinte años, entonces y ahora, si le tercia, cuando el conflicto social le amenaza o simplemente piensa que le puede disputar la supremacía económica y social, recurre a las fuerzas de seguridad del estado español que, desgraciadamente, estuvieron especializadas en eso, reprimir a la clase obrera en Catalunya, Asturias y País Vasco y al campesinado andaluz y extremeño entonces y ahora no le sonroja pactar con la derecha española para conservar su supremacía social e imponer medidas sociales y económicas regresivas. Esto nos lleva a la conclusión de que no puede haber una confluencia entre las organizaciones sindicales y políticas de la izquierda con las fuerzas burguesas y conservadoras para conseguir la independencia pues es evidente que si no hay conjunción de esfuerzos de toda la sociedad o al menos, entre las fuerzas de izquierda y la derecha catalanista no es posible lograr esa independencia y eso, históricamente, en Cataluña no se ha dado nunca hasta ahora”.
Este argumento sería acertado con una visión totalizadora o fotográfica de la situación. Me explico: el proyecto patriótico de la Catalunya actual, independiente, soberana, dueña de su destino, es una visión fácil de desbaratar. En cambio si el proyecto es realista con las posibilidades sociales y económicas actuales, con la Catalunya real, desechando la ilusión de que nuestra sociedad actual es la que perdurará en la independencia, tenemos posibilidades reales de conseguirla. No se trata de recuperar una independencia, después de un breve período de tiempo, en el que no haya cambiado substancialmente la sociedad y ni su composición demográfica y económica, ni de valores. Ya hace siglos que no somos independientes y cuando se perdió había otro tipo de sociedad, totalmente distinta. Los intentos de independencia o simplemente de conservar la identidad nacional desde finales del siglo XIX han sido impulsados por obra de una clase social nueva, inexistente entonces. Incluso lo logrado con el potentísimo resorte del republicanismo, es decir, las posibilidades plasmadas con el Estatuto de Nuria, fue logrado con una composición social mucho más favorable. Era la derecha nacionalista la que estaba dividida y la izquierda con el centro estaban unidos en el proyecto y mientras, en el 34, en España cambió el gobierno y de orientación política escorada a la derecha más retrógrada, en Catalunya se mantuvo e incluso después de su encarcelamiento, con el triunfo del Frente Popular volvió al poder. Actualmente la composición social varía y sus vectores políticos son diferentes: la derecha nacionalista está unida pero la izquierda está dividida respecto al proyecto independentista, aunque no en la identidad, donde se encuentra el máximo consenso de nuestra sociedad.
Por esta razón, aunque no solamente, hay que basar la estrategia de partir de la consideración de que la independencia puede cambiar la relación entre las capas sociales actuales y que no solamente se trata de una revolución nacional sino también social e indiscutiblemente económica, punto en que todos estamos de acuerdo, dado que es uno de los móviles más poderosos y justificativos esgrimidos, de la necesidad de la independencia en la actualidad. De ahí una de las grandes incógnitas sobre las posibilidades de pacto nacional y de los graves inconvenientes de llegar rápidamente a ese pacto. La incertidumbre, la volatilidad de la actual coyuntura económica, la previsible reacción del Estado español, añaden dificultades al logro de ese pacto.
Esta estrategia nos obligaría a establecer etapas sucesivas en el camino. Etapas diferenciadas y escalonadas con diferentes planteamientos tácticos. La primera etapa es básica y sucede a la actual situación autonómica y se sustenta en esa situación y en la relación de fuerzas sociales. Es el Pacto social entre las fuerzas heterogéneas en presencia. No solamente es un pacto parlamentario sino debe ser más amplio y representativo. Pero la esencia del mismo es entre la burguesía catalana y las clases trabajadoras. Eso implica el compromiso de las fuerzas políticas, de CiU y del PSC, como mínimo. De ahí, indispensablemente, motores de la reivindicación nacional, como IC y ERC y la reciente SI sumadas al pacto. Pero lo substancial es la adhesión activa de los sindicatos, del sindicalismo obrero, campesino y profesional. Evidentemente un pacto de esa amplitud y calibre contaría con la inmensa mayoría de instituciones culturales y sociales. Naturalmente esta explicación no descubre nada y es más que previsible para cualquiera que analice la situación actual. El elemento de voluntad no es ajeno a los principales partidos y lo que ahora se le llama “sociedad civil” de manera que se multiplican los esfuerzos en crear plataformas para unificar y dinamizar las fuerzas nacionalistas e independentistas. En el mes de febrero de este año 2012 se ha creado la Asamblea Nacional catalana, imitando a la Asamblea de Catalunya de finales del franquismo. De hecho, aún contando con el apoyo de muchas instituciones y el aparato de comunicación oficial de la Generalitat, nada indica que no pueda acabar como otros tantos intentos anteriores, siendo un elemento más en la división en vez de ser esa unión tan necesaria. En esta primera etapa la incógnita principal es la voluntad de los socialistas en sumarse a un proyecto independentista. Su riesgo es la división en su seno que se produciría, sumada a la dependencia orgánica del PSOE español abiertamente hostil a la independencia de Catalunya. También es muy probable que si ese pacto incluyera garantías de compromiso social sería dificultoso que CiU se aviniera pues el socio de la coalición UD no lo aceptaría. La única alternativa es que el pacto fuerza tan ambiguo en la cuestión social como preciso en la voluntad de conseguir un estado propio donde la democracia fuera la garantía de una forma nueva de ciudadanía catalana, más social, más igualitaria. Dicho de otra forma, el compromiso de todas las partes a que la nueva constitución del estado catalán sentara las bases jurídicas e institucionales para un progreso real en lo social y económico. Pero, ¿eso sería suficiente y aceptable para todas las partes?
Se presentan dos alternativas principales ante el pacto: a) antes de adherirse al proyecto soberanista-independentista el gobierno de CiU retire las medidas regresivas y avance en el progreso social; b) se adhieran al proyecto y que el gobierno de la Catalunya independiente adopte medidas de avance y progreso social una vez obtenida la independencia.
Después de la manifestación del 11 de septiembre del 2012.
Con tiempo, instituciones catalanas, CiU y la mayoría de instituciones culturales y cívicas (Asamblea Nacional catalana, Omnium Cultural, etc.) hicieron una intensa campaña de movilización para la manifestación del 11 de septiembre del 2012. La manifestación bajo el lema “Catalunya, nou Estat europeu” tuvo un gran éxito de asistencia (1 ½ M según la Guardia urbana, ½ M según la delegación del Gobierno español) y un gran impacto mediático internacional.
Con esa fuerza, magnificada por la TV3 y radio catalanas, al día siguiente, Artur Mas, President del Govern de la Generalitat, dio una conferencia de prensa en Madrid, señalando la importancia y significación de la manifestación, exigiendo respeto a la voluntad del pueblo catalán, anunciando que dado que el Estado español no favorece, sino que entorpece, a pesar de la lealtad de la Generalitat hacia el Gobierno español durante todos los años de democracia, el desarrollo económico, cultural e identitario, la Generalitat, respondiendo a la sociedad catalán que inequívocamente se ha manifestado democráticamente y pacíficamente este 11 de septiembre, se dotará de estructuras de Estado. No menciona, explícitamente la palabra “independencia” aunque se entiende perfectamente y fue especialmente visible en pancartas y banderas estrelladas de la manifestación. Artur Mas estuvo brillante en su intervención y respuestas a las preguntas de los periodistas. A la pregunta de que si abría el camino del federalismo, responde que en España no se ha hecho en treinta años nada en ese sentido y la prueba es la inoperancia del Senado como cámara de representación territorial. A la pregunta de si Catalunya es una nación contestó que hay un medio democrático de averiguarlo: consultándolo en un referéndum y si es así es lícito y necesario dotar a esta nación de un Estado en un contexto democrático.
Los medios de comunicación catalanes y los analistas en torno al nacionalismo hablan de un cambio cualitativo. Se ha acabado la etapa autonómica y se entra en la etapa decididamente independentista.
Ningún político destacado del PP y del PSOE acudieron a esa conferencia de Artur Mas. En cambio sí asistió el Jefe de la Casa del Rey. El Gobierno del PP lo más que dijo al día siguiente fue que no es el momento de esa cuestión puesto que hay otros problemas más graves para España como es la situación económica (se está negociando un segundo rescate). La prensa y la TV estatal relegan la noticia al quinto lugar y el silencio es la respuesta, lo que da motivo a CiU y TV3 a destacar, en esa actitud, la prueba del desprecio hacia la nación catalana. La Prensa extranjera se hace amplio eco como primera noticia (El Times, Le Monde, New York Times, etc.) pues una manifestación de un millón y medio de personas en una ciudad tan importante como Barcelona exigiendo la independencia es un acontecimiento político de importancia mundial. Dada esa importancia el Gobierno de Rajoy, la prensa y la TVE reaccionan y ya el jueves y viernes informan y “comentan” el hecho en primera página. Comienzan los insultos y las advertencias “se hará cumplir la Constitución”, etc. Artur Mas advierte que si el Estado español adopta medidas no democráticas empeorará la situación.
Artur Mas es recibido como un héroe en los medios informativos catalanes afines y en su partido. Apoyado por ERC, IC reclama un pacto social, el PSC está desconectado y su secretario general Pere Navarro dice que apoyo el Pacto fiscal pero no la independencia, el PPC amenaza con retirar el apoyo parlamentario a CiU.
Aspectos estratégicos. 15/9/12
Artur Mas y CiU, para esta acción, se basan en dos circunstancias básicas:
a) El estado español está en graves dificultades. La crisis le obliga al “rescate”, es decir, a la pérdida de soberanía en materia económica y estar supervisados y bajo el control directo del extranjero (Comisión europea, FMI y BCE).
b) La dirección del empuje independentista la lleva la “sociedad civil”, encabezada por la Asamblea Nacional de Catalunya y el Omnium cultural, lo cual le da un empuje popular transversal socialmente y de carácter “patriótico” y que, además, permite que los partidos no se vean desautorizados en esa labor dado que de hecho son organizaciones con referentes legales al Estado español (Generalitat, Parlament)
Históricamente el mayor empuje y con más probabilidades de éxito en el independentismo se ha dado en esas circunstancias: debilidad del Estado español y aparición de organismos populares no comprometidos con el Estado (Juntas, asambleas, etc.). Se dio en el siglo XVII, I República, II República, Transición española. Es evidente que Artur Mas cuenta con un buen asesoramiento de historiadores. Saben que históricamente la debilidad del Estado español (y de cualquier Estado) despierta la avidez de los otros Estados para hacerse con la influencia y dominios del Estado débil (Francia, Inglaterra y Estados Unidos entre otros para repartirse el Imperio español y más recientemente la misma guerra civil servía a los intereses inmediatos de Francia, Inglaterra, Alemania e Italia principalmente.
Posibilidades de respuesta del Estado español. 15/9/12
En estos momentos, podemos vislumbrar tres posibilidades principales, aunque hay que admitir que a medida que pase el tiempo pueden aparecer otras posibilidades al albur de los acontecimientos. Veamos.
a) Tiene la legalidad constitucional. Puede justificar cualquier acción contra la Generalitat, desde la simple suspensión de la autonomía (ya lo hizo otras veces, Primo de Rivera en 1923, en 1934, en 1938), hasta la intervención del Ejército invocando la propia Constitución. Pero esto lo puede hacer solamente cuando haya una declaración unilateral de independencia por parte del Parlament o de la Generalitat como sucedió en 1934. Si el movimiento lo lleva la “sociedad civil” solamente lo puede tratar como rebelión de grupos separatistas y aunque emplee la fuerza no “compromete” a la Generalitat. Para hacer intervenir al Ejército tiene que declarar o bien el “estado de alarma” o el “estado de excepción” o, finalmente el “estado de guerra”. Así se utiliza la violencia legal. Insisto, para actuar contra la Generalitat y está “obligado” a hacerlo, solamente, en rigor, en los casos de declaración unilateral de independencia por parte del Gobierno de la Generalitat o del Parlament o convocatoria de referéndum por parte de la Generalitat y especialmente si ésta lo considera vinculante.
b) Atendiendo a los intereses comunes que ligan al PPC y CiU, dada su doble condición de conservadurismo y apoyados por las élites capitalistas (íntimamente ligadas en Catalunya y España), pacten unas condiciones favorables para las élites catalanas que, mediáticamente, aparecen a ojos de la sociedad catalán como avances “conquistados” hacia la independencia. Lo difícil pero no imposible sería explicar esto a los sectores más derechosos del PP.
c) Acción de los Cuerpos de Seguridad y/o del Ejército, en el peor de los casos, técnicamente dentro de la política de Defensa Nacional, que actúe, independientemente del Gobierno español, basándose en las consideraciones siguientes: a) mandato constitucional que encomienda al Ejército la custodia de la integridad de la Patria; b) es el Rey el Comandante en Jefe del Ejército y no el Jefe de Gobierno; c) compromiso (en clausula secreta) con la OTAN para la actuación preventiva de los conflictos internos de los países miembros. En todo caso el Ejército no necesita y no es de su competencia el declarar el estado de alarma o de guerra (si lo hiciera significa rebelión o pronunciamiento como fueron los casos de Pavía, Primo de Rivera y de Franco), ya que puede actuar como aviso o amenaza, simplemente con su presencia en el lugar, como al parecer, ya hizo con ocasión del plan Ibarretxe, en forma de “maniobras”, por ejemplo.
El caso a) y c) lo utilizaría el Estado español, principalmente, por una razón de peso (a menos y no es de descartar, que aparezcan espontáneos por razón de “salvapatrias” o de provocación) y es que se produjera la incorporación activa de la izquierda social y política con los sindicatos al proyecto independentista. Es evidente que antes de llegar a este extremo utilizaría todo tipo de estrategias para evitar el pacto social que incorporara a la izquierda al proyecto independentista.
Otra consideración importante para el Estado español es que su intervención solucionara el problema por un período largo, por ejemplo, de otros treinta años. Justamente, la contundencia de la respuesta al proyecto independentista sería en función al tiempo de su “amortización”. Si considera que le soluciona el problema para otros treinta años, disminuyen sensiblemente los escrúpulos en la utilización de medios más o menos violentos. Por otro lado, el Estado español, en el caso de intervenir con la fuerza se encuentra con la “repulsa internacional” pero prefiere esto que perder a Catalunya. Elegirá, si debe hacerlo, la “repulsa internacional” a perder Catalunya. La “repulsa” puede compensarla pero la pérdida de Catalunya sería irremediable: España perdería potencia, estatus, rango.
El carácter transversal del independentismo. 13/11/12 martes
Hay que destacar el carácter transversal del independentismo que atraviesa e incide en todas las facetas de la sociedad. Todas las actividades, tanto políticas como económicas y culturales o sociales en general, se ven influenciadas, perturbadas, motivadas por el independentismo que a su vez, evidentemente, tiene diversas graduaciones que van desde el autonomismo, soberanismo, independentismo. Es evidente su influencia en el comportamiento político, desde las actitudes hacia el compromiso político como su expresión de nivel más alto y el hecho simple, aunque decisivo, de votar, hasta las manifestaciones culturales. Incluso en las actividades deportivas que tanto interés y repercusión mediática despiertan actualmente en nuestras sociedades, tiene importancia el factor de identidad nacional. La torpeza del Estado español apropiándose de aquellos triunfos en los que es evidente que hay una participación decisiva catalana es una de los hechos en los que la población catalana en general recibe con más ofensa. No solamente se le niega el orgullo de esos éxitos deportivos sino que tiene la sensación de que se le roba, se le priva, se le niega esos éxitos. Los ejemplos más recientes los tenemos en el fútbol y la natación artística. Catalunya de siempre ha sido iniciadora de los deportes que llegaban a nuestro país y que después se extendían a España. También otras modalidades deportivas como el ajedrez, el hockey sobre patines, el balonmano, etc. La torpeza de los medios de comunicación españoles, incluso las asociaciones deportivas y culturales españolas abonan el sentimiento independentista.
Siguiendo la línea de argumentación principal hay que ver si tiene una relación directa la actividad económica con el independentismo. Desde luego que todos los aspectos entrelazados tienen una influencia decisiva en el complejo sistema independentista que en un momento determinado, como he señalado en otros artículos, cuando coinciden se produce una ola de patriotismo e independentismo. Hay que intentar, pues, hacer un análisis pertinente de estos aspectos que en la vida real van unidos para obtener un cuadro dinámico del independentismo. En otros apartados trataré cada uno de ellos con más detalle comenzando como siempre con un esquema general pero, quizás, no estaría de más, comenzar señalando, aunque sea esquemáticamente, un cuadro de relaciones entre ellos como hipótesis de una conclusión final que debería deducirse después del estudio pormenorizado de cada uno de los aspectos.
El empresariado catalán y sus condicionantes 13/11/12
En el aspecto económico es pertinente analizar las relaciones que hay entre el empresariado catalán con el resto de España. Durante la Dictadura de Franco ya hubo relación estrecha especialmente desde el momento de los Planes de Desarrollo. Relación que se hacía a través de la Banca (la banca catalana siempre ha sido minoritaria, no así las Cajas de Ahorro) fue estudiada por Tamames en su libro sobre los monopolios y en muchos aspectos industriales se desarrollaron en el resto de España por empresarios catalanes (en el textil, por ejemplo) o a partir de empresas catalanas (automoción, por ejemplo). Así continuó en la transición pero en los años ochenta y noventa se produjeron cambios que alteraron la situación. A causa de la crisis de mediados de los ochenta y la desaparición del INI hubo un desmantelamiento de industrias básicas y con la entrada al mercado común adquisición de algunas de ellas por grupos europeos con la consiguiente pérdida en la decisión y el desarrollo de las mismas como la automoción. En la privatización de grandes empresas estatales los empresarios catalanes tuvieron un escaso protagonismo como el caso del transporte aéreo o de la telefonía. En líneas generales el empresario catalán se sitúa principalmente en empresas medianas y algunas de alto valor añadido como son farmacéuticas, informáticas, y ha conseguido alcanzar mercados distintos al español y no solamente europeos con lo que ya no tiene la dependencia decisiva con España desde el punto de vista económico. En la economía global y la libertad de comercio Catalunya ha dado pasos muy importantes para su emancipación, es decir, aún cuando podemos constatar que ha disminuido la importancia del empresariado catalán en cambio ha aumentado su independencia respecto a la economía española. En este sentido habría que analizar qué importancia tienen las industrias que pertenecen a las industrias extranjeras afincadas en Catalunya o aquellas que tienen la mayor parte de su actividad en Catalunya aunque es bien sabido que algunas por conveniencias económico-políticas tienen su sede oficial en Madrid. Como conclusión podemos aventurar la hipótesis que el factor económico favorece el independentismo por esas razones básicas, una el pujante comercio exterior de Catalunya y otra por la relativamente débil dependencia de estos empresarios con sus homólogos españoles. Otro aspecto importante es el de la banca. En cierta forma la privatización de la banca ha jugado a favor del independentismo pues el empresario catalán en sus inversiones y financiación ya no depende de una banca estatal española pues ésta ha desaparecido y no está obligado a tratar con bancas privadas cuyos intereses dependan del estado español o que puedan condicionarles en ese sentido. Por otro lado dada la dificultad de financiación pública española cada vez más se perfila la motivación hacia la creación de una banca pública catalana que no es posible en el marco político actual.
Para bien precisar el objeto del análisis hay que hacer unas reflexiones previas. Comenzaremos por las causas. Si bien se distingue normalmente las causas eficientes de las causas finales o incluso de la causalidad múltiple o finalidad múltiple, en este caso lo más importante es definir la causa final pero también explicar los acontecimientos que se van sucediendo por la causa unívoca, es decir, la causa que inmediatamente produce el efecto también es un elemento indispensable en la comprensión del avance o retroceso hacia la independencia. Pero, realmente, para medir el avance o retroceso de una forma lo más objetiva que permiten los fenómenos sociales, se hace indispensable una reflexión lo más detallada posible de la causa final y la causa final no es otra que la independencia pero la independencia ¿qué parámetros, qué circunstancias, qué hechos sancionan el estado de independencia, dentro de qué contexto, en relación a qué?, en fin, el tema por ser complejo no significa que no tengamos que precisar. La independencia de un Estado significa que la arquitectura, la estructura de sus instituciones son definidas por y para una sociedad determinada con sus límites geográficos y humanos. Tiene que haber unas instituciones que no dependan de ninguna otra superior a ella y que las decisiones que tomen no sean impuestas por otras que por ella mismas. Catalunya para ser independiente según estas consideraciones tiene que tener un Estado definido por la población estrictamente catalana con unas fronteras geográficas y jurídicas soberanas. Más adelante intentaré definir como el independentismo actual considera esas fronteras pero vaya por delante que las instituciones catalanas actuales de la autonomía no determinan un Estado soberano e independiente. No vale el argumento de que no hay estado independiente pues de alguna manera forman parte de la UE o de las ONU. La diferencia fundamental es que la adhesión a esas instituciones y la salida dependen, exclusivamente, del estado en cuestión. En el caso de Cataluña es evidente que esa condición no existe para aquellos que creen que el estado de las autonomías es un estado de libre asociación. Volviendo al tema del análisis, por lo menos hay que partir de que la causa final del independentismo es de dibujo institucional. Es en función de esa causa final que podemos prever, que podemos planificar, que podemos juzgar, si las acciones que emprendemos o las que sufrimos son pertinentes respecto a esa causa, es decir, que los efectos que son las acciones que hacemos o sufrimos son a causa de esa finalidad. Siempre se podrá argüir y no hay argumentos para refutarlos suficientemente que cualquier acción social, económica, es consecuencia de esa causa final y que todo depende del grado directo o indirecto pero, en definitiva, toda acción dentro de la sociedad catalana está en relación con esa causa final. De ahí podemos pasar a otra consideración importante y es la consideración de los factores aleatorios. Naturalmente cuando se actúa planificadamente o no en función de una causa final actuamos con un cierto determinismo racionalizando nuestras acciones en función de esa causa final pero cuando se produce un acontecimiento no previsto o dicho más propiamente, imprevisto, un acontecimiento que necesariamente se produce, un acontecimiento aleatorio o en otros términos debido al azar puede variar considerablemente el rumbo o el sentido de las acciones por no decir de las acciones programadas que pueden variar hasta anularse o cambiar radicalmente. En el terreno social tenemos varios ejemplos recientes muy importantes. El primero fue el factor demográfico implosionado por la inmigración. El segundo el factor económico de crisis aunque este último siempre es considerado como un factor aleatorio olvidándonos que tiene un carácter cíclico por naturaleza e iremos analizando sucesivamente otros acontecimientos aleatorios. Más adelante intentaremos analizar con detalle ambos factores.
Pero, ¿es suficiente con la determinación de la causa final? Como todo fenómeno social depende de la percepción de la realidad, de la percepción de los hechos y como que la construcción de la independencia de un país no es un hecho físico ni astrológico, es un hecho que atañe a las personas, a la sociedad, depende, pues, de cómo esa sociedad lo perciba o de qué forma lo perciben las diferentes porciones, diríamos mejor, clases de esa sociedad. Claro que siempre se puede decir que las leyes, las que determinan las estructuras o la validez de las estructuras como normas en una sociedad son precisas como debe ser toda ley, precisas, concretas, estableciendo los hechos que están dentro de la ley y los que no están dentro de la ley. Bien, con que hablamos de motivaciones o de acciones respecto a una causa final es pertinente hablar, pues, de cómo se ve esa causa final en la sociedad catalana, máxime cuando esa percepción es un factor de movilización. También podemos hablar de distintos grados de motivación o de que si la motivación que mueve a la acción según las personas y las clases son de diferente magnitud o importancia o que sus efectos son distintos según las personas o las clases que los emiten. Ahí entraríamos en la duda de la transversalidad del patriotismo. Si el patriotismo, entendido éste en el contexto catalán como una motivación hacia la necesidad de la independencia, hay que rendirse a la evidencia de que no es igual en todas las clases sociales aún cuando los independentistas consideren que es casi ineludible para conseguir la independencia que haya un esfuerzo de todas las clases hacia esa meta. He intentado expresar a través de estas divagaciones este fenómeno sumamente complejo y causa de numerosos espejismos, distorsiones que son, y ahí quería ir a parar, elementos importantes o en todo caso causas eficientes en el sentido indicado anteriormente de que no puede haber ningún efecto sin causa, sin causa inmediata a un efecto que estudiemos y analicemos. Dada esta complejidad lo más indicado en el análisis es de qué herramientas nos servimos para determinar la causa final, los perfiles de la causa final, y para saber o intentar saber qué representaciones de esa causa final existen y si hay variaciones en ella a qué variables obedecen. Aquí entramos en otra discusión en la opción de esas herramientas de análisis o de representación o de observación. Propongo los análisis de la representación social sin descartar análisis estadísticos o de encuestas. Una primera premisa importante es la relación directa entre las personas o fenómenos que analicemos y el observador puesto que no pocos fenómenos sociales no llegan a conocimiento de los canales de información con todas las dudas que eso representa. Ahí entramos en el meollo de la manipulación. En consecuencia todo fenómeno que analicemos a través de la prensa o de la televisión o, incluso de las redes sociales, tienen el sesgo que les imprime esos canales de información y en la seguridad que muchos indicios que nos pueden servir que se producen constantemente entre la sociedad no nos llegaran a nosotros los observadores de ninguna manera a menos de ser testigos directos o protagonistas. De ahí otra reflexión y la cual me remite a un artículo que publicamos en la revista Claridad a propósito de la memoria de los resistentes antifranquistas. Otro elemento a destacar en esta argumentación de las premisas es el tema del independentismo como causa final ya que es un factor más del propio esfuerzo hacia esa misma causa final. Me explico, partiendo de la opinión que el futuro es la razón de ser del presente el hecho mismo de analizar, de difundir, el independentismo es un factor de movilización hacia esa causa final. No ver el objetivo final con ojos de determinismo histórico sino dependiente de la voluntad y el esfuerzo de la sociedad. Naturalmente hay que dar argumentos racionales pero con una gran carga de convencimiento en que eso, con el esfuerzo, es inevitable que se produzca. Este es un factor que va a ser difícil por no decir imposible que se pueda analizar en el estudio que estoy realizando, incluso, imposible de imaginar o prever. De todas formas intentaré tenerlo en cuenta en el análisis y en las conclusiones.
Después de estos prolegómenos vamos a intentar entrar a explicar la hipótesis principal o dicho de otra forma las conclusiones que pretendemos llegar o no llegar puesto que en la percepción de la realidad es tan válido acertar como saber que no se acierta.
Veamos antes algunas reflexiones útiles. Cuando ha estallado la crisis económica que tan mal ha encarado el gobierno socialista, se ha constatado que había tendencia entre la sociedad catalana a suponer que a Catalunya siendo independiente le hubiera ido mucho mejor, en estas circunstancias adversas, de crisis, que siendo parte de España, es decir, la crisis o las dificultades económicas por no decir políticas, con graves consecuencias sociales, podían tener una mejor solución siendo independientes. Esta impresión es compartida por amplios sectores populares, que podría ser mayoritaria, pero esta actitud traducida en votos, no concuerda con los malos resultados electorales en las recientes municipales de un partido independentista como ERC o bien con el abandono de la tímida inclinación independentista de sectores del PSC aunque este factor explicara, en parte, este hecho, pues ha confundido y enmarañado las motivaciones del electorado de izquierda catalán. También hay que tomar esta impresión no como factor ligado a estas elecciones municipales sino como indicador de próximas elecciones, además de que, en definitiva, las elecciones inequívocas, el referéndum, no es posible realizarlo. Hay que recordar que ya hace una década que ERC popularizó aquello de “el expolio económico” y que CiU impulsa su reivindicación del “concierto económico”. Tomemos, pues, esta percepción social como un indicador, una variable, un elemento importante en el análisis de la prospectiva estratégica aplicada al independentismo catalán.
Para reducir la complejidad (30/9/11)
Para reducir la complejidad hay que adoptar diversos puntos de vista. Uno de ellos es de considerar las reivindicaciones según su naturaleza o consideración respecto a ser absolutamente necesarias para la pervivencia de Catalunya o simplemente movilizadoras o emotivas para una parte de la población. En este caso para más simplificar el esquema utilizo una dicotomía entre necesarias y complementarias. Pongo por ejemplo de necesaria que la independencia es absolutamente necesaria para conservar y desarrollar la lengua y en el caso de complementaria que la consideración de que los avances tecnológicos o culturales de Catalunya sean reconocidos en el ámbito internacional ayuda para motivar al impulso independizador. Así podríamos hacer una lista de las reivindicaciones consideradas absolutamente necesarias y que para obtenerlas sea necesaria la independencia y otras que propicien esas reivindicaciones. (La Representación Social nos proporcionaría datos en ese sentido a través del núcleo duro en el primer caso y en el resto para las otras)
Otro apartado sería que esas reivindicaciones o aspiraciones no se pueden considerar desde un punto de vista estático sino dinámico y son perecederas y más o menos fuertes según la época o clase social que las sustentan. Ahí podríamos hacer un símil con la vida de un producto porque además este tipo de reivindicaciones en la sociedad de la información se consumirán como un producto, son transmitidas por los medios de comunicación, por la literatura. Entonces seguirían como tal producto un ciclo. Nacimiento, expansión, estagnación y decadencia. Asimismo ciertos productos sufren transformaciones para adaptarse a los tiempos y a las clases sociales. Es evidente que la reivindicación nacional tomada en su conjunto fue asumida por la clase obrera más tarde que por la clase burguesa, por ejemplo, lo que llevo a ciertos teóricos del campo de izquierda a considerar la cuestión nacional, equivocadamente, como “reivindicación burguesa”.
Medición del avance o progreso (30/9/11)
Uno de los temas principales es el de la medición del avance o progreso hacia la independencia. El problema es encontrar índices o fabricar índices que nos pudieran medir este avance. Una primera aproximación serían los elementos endógenos que nos indican el aumento del interés o del esfuerzo de los catalanes hacia la independencia como puede ser aumento en las elecciones o manifestaciones, aumento de la producción literaria, etc. Otro elemento puede ser el aumento de la alarma o de las actitudes catalanofogas de la población española hacia Catalunya lo cual, en cierta medida es un signo del aumento de la presión independentista percibida así en el resto de España. En el primer caso tendríamos que subdividir partiendo de que hay una interacción entre los dos elementos, una interacción muy estrecha puesto que cuando se dan manifestaciones independentistas generan por reacción actitudes catalonofogas. Pero viendo por separado podemos, también diseccionar estos dos índices. Hay que tener presente que esta reflexión pretende reducir la complejidad, lo cual redunda a favor de la simplicidad pero, evidentemente, con peligro de reduccionismo. Volviendo al primer índice habría que a su vez dividirlo entre sus protagonistas de la manifestación de ese avance con lo cual entramos en el terreno de las actitudes sociales diversificadas. No es lo mismo actitudes ante un referéndum sobre la independencia que actitudes de defensa de la lengua que aunque en substancia parece lo mismo pero hay diferencias significativas y así podríamos encontrar otras ambigüedades y diferenciaciones. En el segundo índice, en de la catalanofobia, habría que distinguir, primero, si son motivadas o producidas en defensa de la integridad de España o de los ciertos valores españolistas e incluso en nombre de la defensa del Estado de las Autonomías o, simplemente, de la utilización de la catalonofobia para aumentar los votos en el resto de España de ciertos partidos, actitud muy común en toda la historia reciente de España.
Otra consideración importante es que cuando se produce un avance o retroceso puede a su vez generar avance o retrocesos en otros factores que pueden alterar ese índice. Un ejemplo notorio es que cuando hay, aparentemente, un retroceso en el impulso independizador, por ejemplo por efecto de la crisis económica pues la focalidad se desplaza hacia otra necesidad percibida como más inmediata y amenazadora, que se traduce por un retroceso electoral de los partidos independentistas, pero en cambio hay un aumento de la motivación independentista en ciertas capas, que habría que determinar cuáles, lo único que se puede afirmar es que son capas preocupadas e informadas, que piensan que la solución de la crisis solamente puede venir por la vía independentista. En este caso para medir el avance o retroceso habría dar a cada uno de estos elementos un peso específico diferente, cosa harto difícil, pues ¿qué es más importante que un intelectual orgánico o a secas se adhiera al impulso independizador o que un conjunto de inmigrantes o trabajadores voten por un partido independentista o viceversa?, es decir, uno u otro adoptando posturas contrarias, ¿cuál sería la componente algebraica a favor o en contra del impulso independizador?
Visión dinámica del pensamiento independentista (14/10/11)
Si vemos la adopción o asunción de la identidad nacional de forma dinámica, es decir, evolutiva, al ritmo de cambio generacional comportando cambio de las situaciones económicas, sociales, políticas, como de un organismo vivo, tenemos que concluir o bien en la independencia o bien indefinidamente dentro del estado español en constante tensión y desequilibrio. En ambos casos viendo la evolución del propio estado español desde una perspectiva a lo Festinger esta vida y evolución de la identidad nacional, mientras no consigue abocar a la independencia, produce una frustración, un desequilibrio en la propia sociedad catalana que se puede manifestar conflictualmente, culturalmente, socialmente, es decir, que forma parte de la propia historia y evolución de esta sociedad mientras no alcance la independencia y es, a su vez, definitoria de esta propia sociedad. Estamos, pues, viviendo, en Catalunya, la historia pre independencia y que en caso de producirse ésta marcará las características de la sociedad de la Catalunya independiente.
Si el cambio social influye en la independencia de Catalunya. 20/4/12
El camino hacia el independentismo forma parte, a no dudar, de un cambio social, aunque no faltan los modelos que interpretan el cambio social como un evolucionismo en el que los conflictos sociales no son determinantes aunque inevitables, donde las clases sociales son consustanciales e imperecederas y lo que cambia es la situación en la cual se sitúan. Otra visión sería el que la independencia es producto de un cambio social profundo en el que se modifica la relación de fuerzas entre unas clases y otras y eso da por resultado la independencia. Es colocar la independencia como un avatar más de la historia de una sociedad que no cambia o colocar la independencia como un suceso, como una consecuencia de ese cambio social. Hasta ahora la reivindicación nacional de la burguesía, la que creó la problemática, está en el primer modelo y la aparición del proletariado dado que la industrialización fue iniciada en España por esa clase burguesa catalana se situaría en el segundo desde el momento en el que, también el proletariado tomó cartas en el asunto de la independencia. Históricamente tenemos los dos modelos. La burguesía siguiendo su modelo incluso obviando al proletariado entró en contradicción con la República y una parte de ella, la alta burguesía, alienaron el camino de la independencia renunciando a ella y colaborando con la régimen franquista. Durante la Dictadura todo esto quedó dormido aunque no muerto y finalmente el proletariado también tomó cartas en el asunto de la recuperación de la autonomía. Hoy día creo que son vigentes estos dos modelos básicos y es muy posible que la participación de las clases populares sea al precio de un cambio social. Mientras la burguesía no ofrezca un cambio social su modelo estará sometido a un fracaso delante de un Estado español que depende mucho de la permanencia de Catalunya dentro de este Estado. Por lo tanto vamos a examinar con más detalle si el cambio social puede traer como consecuencia la independencia de Catalunya.
Parece adecuado, metodológicamente, el plantear hipótesis como forma para probar que el movimiento independentista es un factor determinante para obtener la independencia y soberanía de Catalunya. Consecuentemente, hay que preguntarse, en primer lugar, si realmente existe el movimiento independentista y de qué forma o elementos se constituye. Para ello es imprescindible la constatación empírica de que se producen comportamientos sociales y de qué hay una formulación coherente de contenidos teóricos y prácticos. De por sí, la constatación de los comportamientos sociales ya exige una hipótesis previa para confirmar o no si los comportamientos observados responden al movimiento independentista y del hecho de que es necesario demostrarlo se deduce, necesariamente, que se refieren a esa formulación de contenidos. En consecuencia, los comportamientos probarían esa formulación y también la viceversa aunque al principio se limiten a comportamientos en sectores sociales restringidos y especializados.
En las actuales circunstancias políticas e institucionales, los principales comportamientos empíricos indicadores de la existencia del movimiento independentista son: a) la existencia significativa de partidos políticos con programas que respondan a esa formulación independentista; b) a falta de la posibilidad de un referéndum oficial, son los resultados electorales y la representación institucional que se deriva de esos partidos o coaliciones electorales entre ellos, teniendo en cuenta las distorsiones en la representatividad debidas a la ley electoral actual. Naturalmente que hay otros indicadores que podemos utilizar pues responden a otros comportamientos sociales como son los culturales, entre otros. En épocas anteriores, especialmente durante las dictaduras sucesivas que el Estado español ha impuesto, han sido los únicos comportamientos sociales posibles o en todo caso perceptibles (no hay que olvidar los exilios y la clandestinidad donde pervivían los partidos e instituciones catalanas).
Los sociólogos puntillosos añadirían que a esos comportamientos empíricos indiscutibles hay que añadir las tendencias y motivaciones reveladas y cuantificadas en encuestas. Hora sería, añaden, que el Eurostat sociológico incluyera las tendencias nacionalistas y sobre todo que se creara en Catalunya un Observatorio del independentismo.
Para seguir con esta reflexión hay que analizar los tipos de indicadores y las señales
Es una evidencia que la autonomía de Catalunya se obtuvo en 1980 gracias a la debilidad del Estado español, en un raro momento histórico de transformación de la forma del Estado español. Desde el punto de vista español fue una debilidad y no una concesión por propia voluntad, aunque los medios democráticos españoles lo presenten como un pacto de estado entre todas las fuerzas políticas del momento y necesario al salir de la Dictadura. Siempre que se han producido procesos de disgregación política ha sido en momentos de transformación de los estados. El más reciente por importante ha sido la URSS y en menor medida Yugoslavia, ambos relacionados en sus causas.
¿En nuestro caso, podemos vislumbrar que se volverá a producir otro período de debilidad del Estado español?
¿En nuestra prospectiva hay que considerar esa posibilidad como escenario probable o cómo uno o varios sucesos aleatorios o bifurcaciones?
Al analizar las competencias me refiero a aquellas significativas para alcanzar la independencia. Seguramente no pocas de las competencias económicas de Catalunya lo son en función de su pertenencia al Estado español como pueden ser ciertas infraestructuras o sistemas financieros. En este caso es conveniente que en el análisis tengan un valor negativo, es decir, sustractivo y que en función de su peso social merman el potencial independentista.
Catalunya tiene la circunstancia negativa de estar emparedado entre los dos estados más centralistas de Europa y que al igual que Euskadi sufre de la presión y vigilancia coordinada de esos Estados. Solo en el frente del mar tiene un posible respiro. Pero Catalunya no es la Holanda del siglo XVII que tuvo en el mar un precioso aliado, con un estado potente enemigo de los Austria a pocos kilómetros. Incluso, hoy por hoy, los aeropuertos están bajo el control del Estado español. Catalunya sigue cercada por tierra, mar y aire.
Siguiendo el razonamiento de las competencias también habría que deducir aquellas relacionadas con Francia a menos que como en otras ocasiones históricas los dos estados entraran en conflicto. Entonces, en función de la naturaleza de ese conflicto esas competencias variarían de signo. Vuelvo a insistir que las posibilidades independentistas son de carácter marcadamente coyuntural y oportunista, de conjunción de circunstancias favorables que coincidan en la dimensión temporal (ver la teoría de la “flecha del tiempo”) con la motivación y voluntad humana. Se puede argüir que aunque se aproveche con éxito esa posibilidad, después hay que mantener esa independencia conseguida, especialmente, en un primer período necesariamente precario y vulnerable. Las posibilidades de resistir en ese primer período, desde el punto de vista del análisis es otro tema distinto que hay que tratar desde otras perspectivas nuevas, en parte surgidas del intento independentista y otras completamente desconocidas e imprevisibles desde nuestra óptica actual.
En el momento de construir el “árbol de competencias” hay que reflexionar sobre aquellas dimensiones que atañen a la participación humana y surjan dudas o dilemas que hay que medir y sospesar como la motivación, el compromiso, la coherencia, la perseverancia y otras cualidades básicas para la acción. A su vez esas cualidades son conjuntos cuyos elementos son predictivos y en muchos casos elementos en los que podamos medir e influir mejor que el conjunto. Citaré como ejemplo la actitud, la cognición social, la información y otras. Casi todos esos elementos son visibles y corpóreos a través de teorías y no solamente provenientes de las Ciencias Humanas sino recogen procedimientos de la Ciencias Naturales. Se hace indispensable un repaso a esas teorías y a los instrumentos que nos procuran. Voy a poner un ejemplo: la teoría de la “sumisión libremente consentida” que nos explica muchos de los comportamientos de los catalanes soportando la situación de dependencia nacional y también descubre ciertos mecanismos que utiliza el Estado español a ese objeto.
La energía es la más autónoma del estado español. Todavía no existe una red centralizadora a nivel del estado español y las fuentes energéticas necesarias en Catalunya radican en el territorio catalán. Las cuencas hidrográficas de los Pirineos, del Bajo Ebro, para la energía hidroeléctrica. Las centrales de Ascó para la energía nuclear. Tenemos una falta de plantas refinadoras de petróleo y evidentemente, al igual que en el resto del Estado, dependencia total de la importación del petróleo. ¿Qué porcentaje representa la energía eléctrica producida por hidrocarburos? Actualmente la energía es de gestión y propiedad privada. Creo que fácilmente nacionalizable o intervenida llegado el caso.
Las comunicaciones terrestres con Europa pasan por Francia. Son insuficientes y las que hay son deficientes especialmente ferroviarias en espera de la conexión con la alta velocidad y ancho europeo. El corredor llamado mediterráneo todavía no existe pero en cambio disponemos de buenas infraestructuras portuarias y aceptables las aéreas pero ambas bajo la gestión y vigilancia estrecha del estado español. Las comunicaciones internas son deficientes e inferiores a la de países independientes similares al nuestro: Bélgica, Holanda, Austria, República checa
Uno de los análisis que se usan en la estrategia, en el análisis estratégico es el tema de los segmentos. Se considera un segmento estratégico cuando el producto o la propuesta se encuentra en un medio único, tanto propio como en su forma de producirse como de su concurrencia, es decir, que las variaciones que se producen tienen repercusión solamente dentro de ese ámbito. Eso hace su unidad como segmento único o débil fuera de él. Aplicando esto al tema del independentismo es evidente que las propuestas independentistas son diversas aún intentando que haya un común denominador dirigido, genéricamente al pueblo, aunque habría que precisar ese término, otros dirían ciudadanía, otros dirían nación, nos encontraríamos con que serían varios los aspectos o elementos a considerar. Uno de los elementos más obvios es el tema de la multiplicidad de partidos que en su programa presentan la independencia. Es evidente que es un segmento que podríamos determinar perfectamente por el número de votantes y su procedencia social o profesional. Esto en una visión dinámica, histórica, diacrónica de sus electores. Pero esto sería limitativo puesto que se parte de la base que es el voto el que determina la influencia política de una opción u otra o en todo caso, siendo optimistas, el voto es la resultante de todas las situaciones y actitudes, aunque casuísticamente determinante pues es el que posibilita, en un régimen democrático, el camino a las decisiones que solamente se pueden tomar por un gobierno avalado por un parlamento. Volviendo al análisis, los segmentos habría que analizarlos desde una perspectiva más holística o si se quiere más descriptiva de la realidad. Estos segmentos serían, pues, determinantes para poder medir o contribuir a medir los avances reales hacia la independencia.
Debilidad del Estado. 16/11/11
En la actual coyuntura de grave crisis económica se pueden dar condiciones de debilidad del Estado español que sean favorables para la independencia. Esta debilidad se da en el terreno económico pero con las características de influencia directa en las instituciones políticas. El caso de Italia y Grecia con la imposición de gobiernos tecnócratas por encima de los partidos y parlamentos dada (según las explicaciones de los medios amaestrados) por la incapacidad de éstos para salir de la crisis (en su aspecto “visible” por la deuda), se puede dar en España después de las elecciones de noviembre 2011. La evidente pérdida de soberanía y dentro de un contexto político, la UE y económico, zona Euro, coloca al Estado en situación de debilidad ante una decidida voluntad independentista y que, además, se puede situar en clave económico-política en sintonía con las instituciones europeas citadas. Dada la profundidad de esta crisis se tambalea, incluso, el estado autonómico, aunque hay que tener en cuenta que hay sectores españoles que sostendrían una “salida” autoritaria y en España siempre ha ido acompañada de un centralismo españolista. Hay que insistir en el carácter voluble y huidizo de las condiciones favorables para la independencia. Más que una situación se trata de la ocasión en la cual se reúnan las circunstancias favorables, es decir, la suma de lo externo y lo interno, las circunstancias del estado español y europeo y la voluntad y acción de los independentistas.
Cuando analizamos la banca en Catalunya desde el punto de vista de análisis estratégico hemos indicado la debilidad de la banca catalana como factor o elemento más bien negativo pero profundizando más en el análisis tiene sus aspectos positivos: la banca en la actualidad es, sin dudar, un elemento básico del poder político, desde su indiscutible liderazgo como motor económico actualmente en Catalunya y después, además, del varapalo a las Caixes y su desvinculación del poder político catalán en sus vertientes municipalistas, diputacional, siendo en Catalunya un poder menor o disminuido, aumenta el poder decisional de las instituciones públicas y sociales. Hay que contar también con que sectores de la banca en Catalunya apoyarían la independencia pues para ellas representaría la Banca nacional de Catalunya. Hay el precedente de los nuevos países independientes que, inmediatamente, han creado una Banca nacional.
Observación sobre la cuestión económica. (25/1/12)
En cuanto al balance económico de la independencia estoy leyendo el libro “Sense Espanya” de dos economistas que analizan las consecuencias económicas de la independencia, de los boicots, de la importancia relativa del comercio interior, exterior, etc., y uno de los aspectos principales, sobre la base de que la cuestión económica motivara o incentivara la voluntad social de asociarse a la independencia puesto que estamos hablando de la voluntad expresada en las urnas, en la protesta social, es importante saber qué porcentaje de trabajadores ocupa cada una de estas industrias o servicios puesto que en este libro solo se hace a base del PIB. Habría que verlo en función del número de trabajadores que se ven afectados. Eso es básico para el tema de la adhesión de las capas populares que sería decisivo o muy importante en esa solidaridad y apoyo en el esfuerzo para la independencia. Por ejemplo para los sectores exportadores hacia el mercado español el principal son las industrias químicas contando el PIB con el 11,6% pero estas industrias ocupan un menor número de trabajadores que otros sectores que no tienen esa importancia en el PIB, como sería el comercio o industrias de la automoción.
Sobre la industria catalana.(5/1/12)
El ámbito industrial tiene dos aspectos significativos para nuestro estudio.
a) Su importancia cuantitativa que lo hace imprescindible para la viabilidad de un estado.
b) Como factor motivador o causal del empuje independizador.
Desde luego el aspecto “b” es el de mayor importancia para la primera etapa, es decir, desde el inicio de la decisión real de alcanzar la independencia hasta la proclamación de la misma, una vez logrado el control de importantes y vitales posiciones.
La industria catalana es heterogénea como factor independentista. Resumiendo: hay dos principales actitudes de los grupos sociales que representan a la pequeña y mediana empresa. Considerar que solamente la independencia puede resolver sus problemas que a su vez reconocen los intereses que tienen como exportadores al resto de España. La historia de la industrialización catalana ha ido pareja a la lucha de la clase obrera, tanto por mejorar sus condiciones de explotación como la de crear sus organismos sindicales y casi siempre, en esa lucha la burguesía industrial ha buscado el apoyo de los poderes represivos españoles.
Por falta de inversión suficiente y de planificación pública, la industria continúa no siendo competitiva y de escasos productos de alto valor añadido, lo cual nos dificulta exportar a la UE (ni tan solo, como mínimo, saldar el déficit comercial) y solamente, en las actuales circunstancias y futuro previsible, seguir con la producción destinada al resto de España y eventualmente al exterior de la UE (tarea cada vez más difícil dado el escaso desarrollo de las redes comerciales catalanas en el exterior).
Para producir con destino a la UE es necesaria una importante y continua inversión en tecnología e infraestructura industrial (máquinas herramienta. I+D, etc.) lo cual requiere: crédito bancario (estatal preferible no privado), tiempo y apoyo institucional decidido y sostenido. Las tres condiciones son, a día de hoy, casi imposibles de conseguir. Hubo un tiempo en que se pensó que la inversión extranjera en forma de instalación de empresas extranjeras era la forma de impulsar nuestra industria al tiempo que se solucionaba el paro (crisis de 1978/85, 1991/98), pero si bien se consiguió un alivio en materia del paro, no representó un aumento de productos de alto valor añadido pues esas empresas extranjeras no aportaron nada de I+D pues, naturalmente eso lo guardaban para sus empresas matriz y además impidieron el desarrollo de las empresas catalanas que compraron y desmantelaron de aquellos aspectos que podían ser competencia pasando a ser simples plantas de montaje. Así, por ejemplo, la automoción como la SEAT y la ENASA, la industria metalúrgica de primer grado en construcción metálica y de transporte ferroviaria y marítimo como la Maquinista y la Macosa, como la construcción de máquinas herramienta como la CUMBRE, etc. La industria pesada desapareció y la PME subsidiarias de esa industria con ella. Así el desarrollo de las infraestructuras de transporte y logística quedaron a merced de las empresas extranjeras, alemanas y francesas principalmente y agravado por el hecho de que este tipo de obras de infraestructura son facultad del Estado español que aplica criterios políticos en sus inversiones en Catalunya. El sistema de formación de profesionales a esos niveles, ingenieros, químicos, etc., que en general es aceptablemente bueno, está sirviendo para la industria extracatalana, alemana, holandesa, sueca, etc., que encuentra unos buenos profesionales cuya formación le ha salido gratuita.
Durante un tiempo el boom de la construcción ha dado trabajo a la industria subsidiaria, casi toda de tamaño mediano y pequeño. Los equipos pesados, grúas, tractores, etc., eran importados o de empresas extranjeras afincadas en España (con más del 50% de capital extranjero). También la producción de empresas españolas de complementos ha sido destinada para la industria en manos extranjera, como la automoción. Actualmente, con la caída de la construcción, no hay apenas demanda de productos industriales para esas empresas de tipo mediano y pequeño. Solo es posible pensar en un acontecimiento inesperado, en un giro, para cambiar de orientación. ¿Qué posibilidades hay para esa ruptura o giro? Antes de intentar analizar esas posibilidades veamos qué mecanismos clásicos existen para encontrar soluciones. Encontrar un ámbito donde se pueda crear un nuevo producto o gama de productos que pueda explotarse en solitario por lo menos hasta la igualación por la competencia o alcanzar la madurez de dicha gama de productos. Ha sido el caso de Finlandia con Nokia y derivados o lo fue Philips para Holanda. Otra posibilidad que ayudaría para ese ámbito es la política monetaria para facilitar la exportación pero ya no es posible dentro de la zona euro.
En resumen, si por el momento solamente hay la vía de “exportar” al resto de España, es evidente que la tendencia hacia la independencia de esos intereses o capas sociales es mínima e incluso se puede ver como inconveniente, siempre que el Estado español, con visión estratégica, no entorpezca ese comercio, es decir, que dentro de lo posible en la UE, favorezca un proteccionismo.
Otro aspecto vital es saber cómo actúa como grupo de presión la capa social de la industria catalana. Evidentemente hay dos actores esenciales: el empresariado y los trabajadores pero las decisiones estratégicas, actualmente, las toma el empresariado. Más adelante intentaré analizar cómo los trabajadores pueden influir. El empresariado tiene dos formas de organización básicas: las cámaras de industria y comercio y las Asociaciones patronales, ambas reconocidas como de ámbito público. Alrededor de estos dos tipos hay una serie de organizaciones diversas de carácter cultural, sanitario, cultural, bancario, etc., cuyo conjunto le da la fuerza dominante en nuestro sistema social y político. Es, pues, una componente decisoria en el proyecto independentista, para empujar o frenar, según sus intereses o mejor dicho, según su percepción de esos intereses.
La cuestión de los indicadores es esencial pues de ellos depende la medición o valoración de las posibilidades. Hay que tener muy en cuenta que el fenómeno a observar, las posibilidades de independencia de Catalunya, exige una metodología específica donde se mezclan datos objetivos y medibles (económicos, electorales, etc.) con datos subjetivos cuya medición o evaluación es cualitativa.
Una primera observación es establecer el tipo de información que necesitamos y podemos obtener así como su pertinencia; de ahí una primera tría y clasificación de los indicadores adecuados y disponibles. Los indicadores nos sirven para detectar y recoger las señales o datos que se producen. A su vez esas señales se dividen, básicamente, en fuertes y débiles. Las fuertes son aquellas cuya correlación medida en términos de influencia con el fenómeno a observar es alta y las débiles son aquellas que acostumbran a producirse esporádicamente, inesperadamente o aleatoriamente y cuya correlación es incierta pero pueden tener importancia a veces decisiva. Las fuertes acostumbran a ser de detección regular y surgen de fuentes especializadas aunque, justamente por ello, tienen el riesgo de contaminación por intereses partidarios (p.e. datos económicos estadísticos, encuestas de opinión por Centros oficiales o privados). Las débiles dadas sus características nos obligan al doble esfuerzo de establecer un sistema de “barrido” de la totalidad del panorama y de crear novedosos sistema de detección.
Una segunda observación es la de considerar que los datos que queremos obtener por el cauce de esos indicadores recorren tres etapas principales: la emisión, el canal y la recepción. Veamos cada una de ellas con más detalle. La emisión tiene dos aspectos importantes: a) la fiabilidad de la fuente y del contexto en el momento de la emisión; b) el porcentaje de información sobre el fenómeno que procura la emisión. También en el canal distinguimos dos aspectos: a) la permeabilidad; b) la manipulación. En la recepción, además de tener los instrumentos técnicos adecuados de registro y almacenamiento, es vital que sea un equipo de personas agrupadas en una institución de investigación, por ejemplo un “Centro de observación y análisis de la independencia de Catalunya”. (A continuar)
Reflexión sobre el arte musical (28/5/11)
El tema es saber qué expresión del arte musical o la música como arte nos sirve para expresar el sentimiento patriótico y además sirva como llamamiento a la emoción y que movilice para la acción y la creatividad. La referencia de Manuel de Falla en la introducción de la Enciclopedia abreviada de la música de Joaquín Turina “Creyendo, como firmemente creo, que el fin del Arte no puede ni debe ser otro que el de producir la emoción en todos sus aspectos, sufro el temor, fundado en la experiencia, de que alguien, usando del medio como fin, convierta el Arte en artificio y crea cumplir con su misión de artista realizando por medio de los sonidos algo así como un problema de ajedrez, un jeroglífico u otro inocente e inútil pasatiempo” me parece una afirmación certera e ilustrativa de la función del arte. En el caso del arte musical me pregunto qué tipo de música, qué forma musical puede ser vehículo de la emoción patriótica, en particular. He estado observando la forma de la suite, como antecedente de la sonata por ser ésta una de las formas más prestigiosas, pues a través del juego de las tonalidades dentro de un esquema muy preciso puede expresar lo masculino, lo femenino, colocando en tensión y equilibrio uno y otro. Esta es una forma que he estado estudiando pero en este sentido también el poema sinfónico tiene potencialidad, ampliamente utilizado por los músicos nacionalistas de finales del siglo XIX. El poema sinfónico pretende tener una dimensión extramusical con un implícito fondo literario. Es mejor que la música imitativa que sería, llevada al extremo la música descriptiva. Luego otro aspecto sería el del drama musical, la ópera, vehículo de la palabra. Luego hay otras formas especialmente explícitas aunque no por ello más emotivas como son, por ejemplo, las marchas o himnos y en nuestro caso habría que habría que hacer un repaso en Catalunya y llegando incluso hasta la Nova Cançó, aunque en este caso lo esencial es la letra, pero vehiculada por la música, pues si la música no despierta esa emoción no hay letra válida. La sardana también sirve, por ejemplo, con la Santa Espina o tantas otras. Dentro del arte musical, ¿en qué formas podemos investigar para el nuevo sentimiento patriótico en los comienzos del siglo XXI?
Hay la tentación, ciertamente fundada, de situar la música patriótica dentro del contexto de la música social. Es verdad que la música patriótica no se puede concebir sin una sociedad que aspire o posea la dimensión patriótica, es decir, que la individualidad acoja o exprese los sentimientos que suscita esta música pero siempre como referencia a las aspiraciones colectivas. No hay patria sin pueblo, sin sociedad. Es una diferencia fundamental con la música religiosa, por ejemplo, aunque en no pocas ocasiones ésta ha constituido un factor de la expresión patriótica.
En este ensayo voy a intentar seguir las principales fases de la música patriótica catalana, desde la perspectiva de expresar anhelos, necesidades, reivindicaciones de la sociedad catalana en la vertiente patriótica identitaria. Hay que insistir en que la dimensión identitaria toma expresión patriótica en muchas y diversas situaciones y dada la especial historia de nación sometida y que ha tenido que utilizar todo tipo de medios para no perecer como nación. Otro aspecto es la transversalidad relativa de la música patriótica. Es innegable la representatividad de “Els segadors”, por ejemplo, pero su origen o inspiración nace de una capa concreta de la sociedad en el siglo XVII o el Virolai a pesar de que no sea asumido como canto patriótico por una parte de la sociedad por su carácter explícito religioso. Otro aspecto a considerar es la forma musical adoptada en cada período histórico. No es lo mismo una marcha que la Nova Cancó o que un fragmento de Cançó d’amor i de guerra, desde el punto de vista de la forma, pues su origen determina mayormente la forma musical adoptada.
La música patriótica evidentemente necesita oyentes, no es una creación de interiorización del compositor, es un típico fenómeno de comunicación y en el cual los canales de transmisión y recepción son decisivos. Aún cuando es un conjunto indisoluble estamos obligados a desmenuzar sus elementos para analizarlos. Comencemos por la creación, es decir, la primera fase de la emisión en términos de fenómeno comunicativo que es, de hecho, repito, el que le confiere el rango de patriótico. Los autores de esa música que después del proceso de comunicación adquiere ese rango no siempre elaboran esa música con la intencionalidad patriótica o a veces es el contexto histórico el que hace variar ese significado. Algunos ejemplos los tenemos en la música religiosa o en cantos populares costumbristas. Pero vamos primero con los autores que componen con esa finalidad. En algunos de ellos la referencia patriótica que querían expresar viene explicada por sus preocupaciones políticas o ideológicas, reveladas por sus escritos, afiliación o actividad partidaria. A diferencia de otras artes como la pintura o la literatura donde se puede expresar más explícitamente aunque a veces también implícitamente a condición de descifrar los códigos, la música tiene un componente implícito muy importante. Por eso la identificación como expresión patriótica viene, en gran parte, determinada por la forma de esa música siendo la más evidente aquellas formas donde interviene la voz humana como la ópera, con casos tan paradigmáticos como el Coro de los esclavos en el Nabuco de Verdi, o canciones populares como “Le temps de cerisses” de la Comuna de Paris, casos donde la letra y la voz humana son vehiculadas por la música formando un conjunto irresistible suscitador de sentimientos patrióticos. Aún en estos casos la no comprensión de los textos no merma la potencia y finalidad del mensaje pues la sola música ha tomado la función integradora de ambos lenguajes: la música y la letra. De ahí parte su universalidad o portadora de valores que traspasan el ámbito de su origen.
Un caso particular es el de los himnos nacionales donde no todos conllevan letra y la sola música es suficiente para su significación a fuerza de su uso institucional. Pero el caso más común es que tenga letra y se cante. Ejemplos significativos más cercanos a nosotros de los dos casos los tenemos en La marsellesa y Els segadors para destacar el valor de la letra y en los dos himnos españoles para que con la sola música sea reconocible: Himno real y el Himno de Riego (su letra no se usaba o el pueblo la cantaba con diversas letras según el contexto y ocasión. Por ejemplo: “Si los curas y monjas supieran la paliza que les vamos a dar bajarían del coro cantando Libertad, libertad, libertad”, distinta a la letra oficial en su origen).
Introducción histórica. (17/7/11)
Después de la derrota de 1714 y la pérdida de las instituciones catalanas con la imposición del Decreto de Nueva Planta, entramos en un período de subordinación en todos los órdenes, incluido el cultural, a la monarquía borbónica centralista de Felipe V. A partir de entonces la manifestación patriótica viene marcada por su función reivindicativa de la recuperación de las libertades que hoy diríamos nacionales. Incluso la expresión identitaria adopta forma de afirmación pues la presión absolutista intenta su anulación o asimilación. En estas condiciones la dimensión musical catalana sufre la suerte del conjunto de las artes, sometida a la Corte de Madrid y a la Iglesia (en este caso, afortunadamente, también encuentra cierto refugio), siendo su vertiente civil, hoy diríamos ciudadana, la principal vía donde comienza a germinar la recuperación musical y dadas las circunstancias con un creciente contenido identitario y por ende, desde ella, surge, primero débilmente, la música patriótica e irá creciendo al albur de los acontecimientos históricos, no perdiendo su carácter reivindicativo pues, desgraciadamente, hasta ahora no se ha conseguido la independencia. No habiendo recuperado la independencia la música patriótica sigue asumiendo contenidos y función reivindicativa y movilizadora.
El siglo XVIII es importante para la formación y consolidación de las formas musicales. El barroco evoluciona, se fija la notación musical, aparecen nuevos instrumentos, aparece el piano forte, los músicos comienzan a independizarse de la aristocracia y la Iglesia a favor del desarrollo de la naciente burguesía que crea instituciones y público que les permiten sobrevivir pero, también, en cierta manera subordinados, por su propia condición, a los nuevos valores de esa creciente capa social.
Con el fin del XIX y principios del XX, esencialmente la música patriótica es producida, escuchada y extendida en los medios catalanistas y en consecuencia, mayoritariamente, de la burguesía catalana. Hay que investigar en qué momento esa música llega a ser también propia del proletariado o parte de él. También hay que encontrar la música patriótica popular o de la clase obrera y si adoptan la misma o distinta forma musical o si se solapan.
Una gran parte del repertorio de la música patriótica proviene de piezas extraídas de obras líricas que, por causas de favor de la crítica o del público tomaban también esa dimensión. Es el caso de la sardana dentro de la obra La Santa Espina (1907) texto de Ángel Guimerà y música de Enric Morera y que el ambiente activo para el catalanismo le dio el significado patriótico que ha durado hasta nuestros días (pag. 443 Historia crítica de la Música Catalana). También en la obra Brunisolda del mismo Morera hay un himno patriótico (pag. 445 ibidem). Estos compositores, al tiempo que se ganaban la vida con la ópera tenían tiempo para componer música patriótica como es el caso de Lamotte de Grignon (1907) que puso notación musical a Els Segadors.
La música es un arte con gran potencial para el contenido o significación identitaria. La música patriótica surge del conjunto de la música catalana. Hay que conocer en qué momento el contenido identitario de la música toma el carácter de música patriótica. Al ser el público, la mayoría de las veces, que le da esa dimensión de música patriótica a ciertos fragmentos, ésta toma fuerza reivindicativa por la independencia, que es el nervio y razón de esa música. Especialmente con la ópera, música lírica, se desarrolla la música catalana portadora de la dimensión patriótica pero en la primera década del siglo XX cambia las formas del consumo musical. Aparece el cinema, las salas de baile y la ópera disminuye y también las circunstancias sociopolíticas del catalanismo, Crece el asociacionismo obrero. Pero también crece la creación y representación del repertorio sinfónico con el Palau de la Música y el Modernismo cambia el teatro lírico.
Hasta aquí he expuesto de forma esquemática (y en consecuencia reductora e incompleta) los orígenes del entorno político y social de la creación musical patriótica cuyas dos características básicas son: identitaria y reivindicativa. A su vez, esta última estimula y moviliza.
Ahora voy a intentar analizar las formas musicales de esos inicios que vehicularon la naciente música patriótica. Para ello no hay más remedio que conocer cuál era la práctica musical y más revelador, la estratificación social que fue origen y destino de esas formas musicales. (A continuar)
Audición versus ejecución 27/7/12
La popularidad de la música pasa por la facilidad de ejecución. Estamos hablando de un período en el que no había registros sonoros de música (exceptuando artilugios mecánicos carísimos) por lo que la audición tenía que ser en directo por uno o varios ejecutantes y asimismo esa popularización de la música a través de los ejecutantes tenía que venir acompañada por la facilitación y simplificación de la técnica de ejecución. La música de cámara, aristocrática, incluso litúrgica era una especie de coto, de monopolio de las clases privilegiadas, que podían pagar y mantener a unos grandes ejecutores y compositores cuyo ejemplo es la sofisticación y cada vez más difícil desarrollo de la armonía, de las formas musicales, etc. A medida que esa clase aristocrática va perdiendo poder en la sociedad a través de la revolución democrática desde finales del XVIII las clases emergentes también democratizan la ejecución de la música. Los compositores ante esos profundos cambios intentan incorporar la música popular o inspirándose en ella, especialmente danzas en su origen, y el acceso a la audición se amplia y democratiza considerablemente y con ella aumenta la demanda, forzosamente, de los ejecutores, es decir, de los que ahora denominamos músicos profesionales. También hicieron un esfuerzo en facilitar esa ejecución mediante la estandarización de la notación musical, mejoras e innovaciones y abaratamiento de los instrumentos con lo cual se consiguió incorporar a la enseñanza y práctica del arte de la música a amplias capas populares provenientes, en su mayoría de la burguesía Se multiplican los salones, las salas de concierto con el maestrazgo de la creciente y poderosa sociedad burguesa, substituyendo progresivamente a las cortes y príncipes y a la Iglesia aunque más por superposición que por eliminación. Los nuevos músicos se independizan del poder aristocrático y de la Iglesia gracias a la progresión geométrica de la audición y de la protección de esa clase emergente de la cual proceden y a la cual sirven; un pequeño detalle de lo cual es la música patriótica en plena efervescencia en la creación de los estado nación durante el siglo XIX. Las audiciones, dentro de la sociedad civil, aumentan expotencialmente, y con ellas, los ejecutantes y la demanda y fabricación de instrumentos cada vez más al alcance de los nuevos músicos, improvisados o surgidos de los Conservatorios y escuelas decididamente populares. La improvisación, la ejecución sencilla que no simple, facilitada por las nuevas composiciones progresivamente liberadas del carcán de las formas musicales que permiten desde el virtuosismo hasta la expresión melódica desnuda, la divulgación de las obras musicales con la edición masiva y barata de las partituras musicales, ayudan y mucho al aumento de los ejecutantes. Casi podríamos afirmar que en el curso de ese siglo XIX portentoso para la música se acabó el monopolio del arte musical por una minoría y se universalizó su uso y conocimiento. La música invadió todos los ámbitos y no hubo manifestación, fiesta, celebración, representación, desde el teatro hasta los parques públicos que no contara con el acompañamiento musical correspondiente. Resumiendo, el aumento de los ejecutantes vino acompañada por un abaratamiento considerable de los instrumentos musicales y por una mayor facilidad en su ejecución. También vemos que aún manteniendo algunas formas musicales complicadas, complejas, clásicas, al mismo tiempo, los compositores simplificaron su ejecución. Dada la absoluta necesidad psicológica y social de escuchar música, multiplicó las posibilidades de las clases burguesas y populares y en el caso de Catalunya la sociedad civil, además, impulsado por la huída del poder aristocrático hacia la corte de Madrid, ya con los Borbones desde el siglo XVIII. Las convulsiones del siglo XIX, con el ascenso de los nacionalismos trajo aparejado un formidable resurgimiento de la cultura musical y poética en forma de Juegos Florales, de publicaciones específicas, que tenían su plasmación en tertulias, en asociaciones que transformaron esas artes, la poesía y la música en armas ideológicas y políticas. Siempre a partir de la facilidad de ejecución tanto desde el punto de vista de la composición como de la habilidad de los ejecutantes, la multiplicación de Conservatorios, de las clases particulares que se vivió en Catalunya desde finales del siglo XIX muy por encima del resto de España, de la Corte incluso y solo tuvo parangón con grandes ciudades europeas como Paris o Viena. ¿Es qué hoy día podemos considerar que ese movimiento artístico como efecto o producto de la exaltación nacionalista, con una evidente relación dialéctica, de una retroalimentación entre ambos elementos, se está dando de nuevo en Catalunya? Necesariamente si avanza el movimiento nacionalista, incluso hacia su vector separatista, es evidente que viene acompañado, forzosamente, por esa asunción artística y musical. Nos podemos preguntar si eso sucede; por lo tanto, un estudio importante de las posibilidades separatistas en Catalunya tendría que tener muy en cuenta ese aspecto. En todo caso como un revelador más de la potencia del movimiento separatista.
Ahora bien, con la aparición de los registros sonoros se dio un cambio cualitativo. Podemos decir que la audición registrada extiende poderosamente la audición, la popularización de la música pero en mucho menor grado su ejecución, es decir, rompe la simultaneidad de ambas, las disocia favoreciendo la audición cuantitativamente pero también en calidad pues el registro exige, generalmente, una calidad de ejecución necesaria para la comercialización, es decir, una pérdida de la simplicidad en la ejecución en el sentido de que el registro sonoro requiere unas condiciones en la calidad de la ejecución no siempre exigibles en la audición directa y popular. Naturalmente este proceso fue progresivo pues mientras que la adquisición del registro sonoro fue demasiado caro para las clases populares, éstas continuaron, preferentemente con la audición directa y simultanea, especialmente en la denominada música popular. Pero este proceso fue rápido y en menos de treinta años, especialmente en las grandes ciudades, el disco, el gramófono y finalmente la radio reemplazaron la música directa en muchos de los ámbitos. También es verdad que el registro sonoro al popularizar la música contribuyó a la difusión de los conciertos públicos, la música pop y otros tipos de música popular y con ellos a la modernidad. Un nuevo tipo de ejecutantes con menos exigencias técnicas apareció alrededor de la música grabada popular que vino a sumarse a los músicos surgidos de los Conservatorios. Pero la función de protagonismo que tenía la ejecución y composición, fuera de una élite, ha ido reduciéndose. El público ha ido habituándose a la audición huérfana de la ejecución y eso ha aumentado los estereotipos musicales, las modas y en general ha disminuido la creatividad y el espíritu crítico musicales. Ha habido excepciones notables, por ejemplo, es de destacar que en nuestro caso, en Catalunya, durante el franquismo, dada la censura en la producción musical y la prohibición de la música patriótica e incluso la dificultad de la música popular en su vertiente social y nacional se suplió con la multiplicación de la ejecución de dichas músicas en el ámbito privado, en fiestas particulares, remedo de los antiguos salones, en fiestas mayores, en orquestinas, en los cantautores del tardofranquismo, en definitiva en la ejecutoria por el pueblo de esa música que no se podía reproducir de otra manera que la directa. Con la transición política la situación cambió y con ella la desaparición de la censura pero no las dificultades de orden comercial y económico para reincorporar esa música de contenido social y patriótico al ciclo de registro sonoro y reproducción masiva. Hubo que improvisar y la iniciativa popular nacional creó nuevos canales y vías que con éxito normalizaron la música popular en su vertiente de la audición. Actualmente con el abaratamiento brutal de la audición de la música a través de Internet casi se ha abandonado la ejecución popular. Paradójicamente el fenómeno de los cantautores está resurgiendo tímidamente, quizás en reacción a ese predominio de la audición enlatada. Puede ser una reminiscencia de esa ejecutoria sencilla pero no simple, creativa que conocimos en Catalunya a finales del siglo XIX y durante el franquismo. Hoy día, pues, debido a ese fenómeno de la popularización de la audición pero empobrecimiento de la creatividad que se hace sensible en la música patriótica y que junto con la diversificación de la sociedad catalana fruto de la inmigración puede agravar la crisis de esa música patriótica y popular necesaria al desarrollo de la identidad nacional. Es paradójico que sin la censura, sin la dictadura, con un nacionalismo de masas como el nuestro no haya, fuera de excepciones en la música pop, creatividad en la música patriótica y decepcionante por su práctica ausencia con las formas musicales clásicas utilizadas actualmente, camino que si tomaron los compositores de la Renaixança y posteriores hasta la guerra civil. Sí, ya sé que algunos pueden alegar, con cierta razón, que la música de Monpou o Montsalvatge, por ejemplo, tienen características patrióticas y que Lamotte de Grignon continuó componiendo aun bajo el franquismo pero aún discutiendo su carácter patriótico, más bien costumbrista de los dos primeros, es evidente que el esfuerzo, desaparecida la dictadura, de la extensión en la audición ha sido muy limitado aún contando con medios y que la creatividad continúa casi existente. Insisto, crisis que viene determinada por dos elementos esenciales: la prácticamente desaparición ejecutoria de la música patriótica y la popularización, debido al abaratamiento del consumo de masas de otro tipo de música banal y que fácilmente desvía a la audición de los temas patrióticos. Por lo que, a nosotros, nos importa es recuperar con nuevas formas la facilidad ejecutoria de los instrumentos. Se dio, fácilmente, también durante el franquismo la ejecutoria en la guitarra con la Nova Cançó pero no en la música orquestal o en la música para piano o para cuarteto, etc. A un aumento de la calidad de los músicos profesionales, de los ejecutores, hay un empobrecimiento de la “democratización” en la ejecución. Ahí, también han contribuido de una manera contradictoria los Conservatorios. Hace doscientos años éstos tuvieron una función más amplia que el aspecto normativo, sumando el elemento gremial de los músicos. Es evidente que los Conservatorios han dado posibilidades al aprendizaje musical pero limitando la popularización en la ejecutoria de los instrumentos. Quizás una política más abierta en ese terreno, con la creación de Petits Conservatoires como en Francia o Holanda contribuirían a mejorar la “democratización” de la ejecutoria musical popular.